Qué queda después

Reseña de la publicación Qué queda después: de Violeta Capasso

para el club de lectores por Julieta Christofilakis

“Descubro la ternura con la que alguna vez miré el mundo. Las fotos de lo que queda después”  escribe Violeta Capasso en su primer fotolibro publicado en diciembre del 2020. Un relato que incorpora fotografías de 10 años entre el 2009 y el 2019 en donde Violeta pasó de tener 15 a 25 años siendo mujer y víctima de un abuso sexual.

 

Un libro autobiográfico suave y delicado con tapa rosa de felpa que tiene que ser visto con sensibilidad y cuidado.

 

Lx fotógrafx nos abre las puertas de su adolescencia contándonos que, cuando tenía 15 años, se vio en el estallido de las redes sociales y se compró una cámara analógica para subir fotos. Así fue como arrancó a registrar su vida cotidiana, fotos de los lugares que habita y los lugares que la habitan a ella, sus objetos y sus marcas en el cuerpo.

La disposición de las imágenes te obliga a alejarte y acercarte al libro todo el tiempo, todas con un tinte rosado y suave, el cual contrasta con la historia.

 

Todas las imágenes son Violeta, me lx imagino caminando por la ciudad, el bosque, la playa, la fiesta, en el baño, en la cocina, en la verdulería, de mañana, de mediodía, de atardecer y de noche.

 

Casi siempre lx imagino solx pero acompañadx por la cámara, tipo vouyer,  en su registro su cotidiano. reconociéndose en las imágenes.

 

Hablamos de imágenes como registro pero ¿Qué decidimos registrar?  ¿Sacamos fotos para llevar un registro? ¿Lo pensamos o lo hacemos sin darnos cuenta? La foto como un puente al recuerdo muy ligada a la nostalgia y al pasado.

 

Una cama deshecha de mañana, una mesita de luz desordenada, una flor que se destaca del resto, un mar frío y desordenado, una taza de café vacía y abandonada, una bombacha en el piso y una mano (la mano de violeta) que lx acompaña sosteniendo dinero, pastillas y deseando fervientemente un rayo de sol.

 

“Qué queda después” el libro de fotografías y textos de Violeta, diseñado por Mateo Barbuzzi y con corrección de textos de Natalia Romero impreso en Talleres Trama publicado en diciembre del 2020 simplemente, te pone la piel de gallina y te da ganas de acariciar la tapa rosa de felpa una y otra vez.

reseña: Julieta Christofilakis – ❤ @griega.jpg – ✎ julichristofilakis@gmail.com

Este fotolibro se puede visitar en la biblioteca de TURMA: hay que agendarse en biblioteca@somosturma.com

 

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Querida Natacha:

UN FOTOLIBRO, UN OBJETO

Reseña de la publicación Querida Natacha: de Natacha Ebers, editado por La Balsa Editora.

Objeto elegido: una cicatriz

 

Las derivas de yo o desconócete a ti mismx

Querida Natacha: nos hace preguntarnos cuáles son los alcances de un libro, dónde terminan los bordes y empieza el mundo; cuáles son los límites de la página. Y del cuerpo, ¿la piel? Querida Natacha: es una publicación y una máquina de fotos: una caja oscura, adentro del cuerpo, del texto y el dispositivo.

Las correspondencias, el desdoblamiento y la proyección: Cuerpo, cámara, dispositivo, texto

Entre otras exploraciones de géneros, este fotolibro es una epístola. El título es la dedicatoria a una emisora que recibe las cartas. Se corresponde con el nombre de la autora, quien se ubica en el lugar de receptora. Entonces, ¿quién escribe? ¿Quién hace los textos y las imágenes? Locación y fecha nos ubican en un pasado presente y futuro de una subjetividad desdoblada. Los encabezados señalan tiempo y lugar, como si fueran paradas. El libro es el dipositivo de viaje y nosotrxs lectorxs viajamos en una línea narrativa no sucesiva, en un pase de páginas, cartas, casas, imágenes…

Huella y sombra

La palabra “carta” en inglés se dice letter. Que es el mismo término que se utiliza para “letra”. Las cartas son grafemas, signos de un abecedario que es vehículo de escritura. Querida Natacha: trae la escritura a la par del carácter oral, a través del rescate de una cotidianeidad que parece esfumarse en el viento, de una vida que vive otras subjetividades, entre textos e imágenes.

 

El registro de la historia de un cuerpo y su vaivén. Nos abre la deriva de una correspondencia íntima y cotidiana –entre el género epistolar y el diario íntimo– es un poemario de cartas, tiene la poética sencilla, divertida y abismal de Manuel Puig y al mismo tiempo el manifiesto y la seriedad de una epístola bíblica o filosófica. Nos señala que todos los personajes son unx. Habla de las capas que nos forman. Todas nuestras múltiples caras. Las preguntas y respuestas que se hace Alicia, o la severidad con la que a veces se reta en Alicia en el país de las Maravillas hasta hacerse llorar (a sí misma). El sueño que fue la premonición de Dr Jeckyll & Mr Hide. El espejo de Dorian Gray. La pregunta que nos hacemos todxs: ¿Quién soy? ¿Soy lx que piensa que soy? ¿lx que actúa? El ejercicio de desdoblamiento, permite ver los niveles de consciencia y habitar el inconsciente. Soy una voz haciendo eco adentro del pase de páginas, de las cartas que leo y los espejos adentro de mi cámara oscura. Querida Natacha: nos muestra que somos peregrinxs adentro de una superficie sensible.

 

 

Querida Natacha: da luz al espíritu que habita el cuerpo como dispositivo. Nos habla de las múltiples capas, a través de las hojas y las transformaciones de la vida. Cómo llevamos otras versiones de nosotrxs en el tiempo en una vida de mundanzas, nos espeja la propia vulnerabilidad en la palabra, la desnudez, la intimidad y la confianza que brotan dentro de la cámara oscura.

Un viaje a la montaña con la prima, distintos cuartos y cambios de casa. Querida Natacha: es un viaje de mudanzas. Del cuerpo. El movimiento incesante que es la vida. Las distintas ramificaciones. Y de la relación de la fotografía con el yo, es decir: de la fotografía con la poesía.  Devenir poeta a través de la cámara oscura como el medio de des-conocimiento del cuerpo. Nos muestra que la fotografía es la expansión de la subjetividad en lx otro. La de-subjetivación del yo, como unidad mínima y máxima. Los distintos planos de la existencia, en capas. Los vínculos. La confianza en lx otrx. Y en unx mismx.

 

La cámara oscura es el medio de la imagen, al igual que los correos de la palabra o la letra. La correspondencia con alguien que existe y no existe en un plano. Muestra que la obra no es ninguna consagración, punto de llegada o destino sino una búsqueda constante en el camino del des-yo, del desconocimiento del yo, para expandirlo como cartografía a explorar y recorrer, con juegos y elementos imposibles que puedan sondar aguas profundas, oscilantes en el lenguaje del consciente y del inconsciente. Ese que vive adentro (las cartas  a esa persona que existe y al mismo tiempo no). Que orbita en el espacio liminal donde habitan las filtraciones del misterio profundo. Como las filtraciones de luz en la cámara oscura, Querida Natacha: muestra las imágenes interiores, veladas, que se llenan de luz mientras se oscurecen.

Querida Natacha:

Fotografías y textos: Natacha Ebers
Edición y diseño: Federico Paladino
Corrección: Dina Camorino Bua

Editorial La Balsa http://www.labalsa.net/ @la.balsa.ed

natachaebers.com @perlaebers

Materializado en enero y febrero de 2020 en Erredakzioa en la ciudad de Bilbao

la taller.com @la_taller @erredakzioa

PARA VENTAS DE EJEMPLARES:
últimos ejemplares a precio promocional (en Argentina) contactarse con la autora natachaebers@gmail.com
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UN FOTOLIBRO, UN OBJETO

En el cuento Tlön, Uqbar, Orbis Tertius, Jorge Luis Borges inventa un concepto que titula Hronir. Un hnorir viene a ser un objeto que se encuentra en el ficticio mundo de Tlön y que es cualquier objeto que surge a partir del deseo. Allí cuando un objeto es buscado intensamente, siempre se lo halla, porque la voluntad modifica la realidad, o la inventa. El mero deseo produce el objeto. Todo lo que es imaginado, es posible de aparecer.
Inspirados en este concepto, la sección Un fotolibro, un objeto propone una reseña de un fotolibro en donde se proponga la lectura del mismo acompañado de un objeto. El objeto potenciará la lectura del fotolibro y abrirá otros caminos que este alberga.

con el apoyo de

LA FOTO RECOBRADA

PALABRAS DE UN ARCHIVISTA: EN LOS BORDES DE LA FOTOGRAFÍA Y LA LITERATURA, LA HISTORIA Y LA FICCIÓN

 

El investigador y conservador de archivos de fotografía Luis Priamo nos comparte una narración que escribió en Malabrigo, Santa Fe, luego del recorrido que hizo durante diez meses por esa provincia investigando archivos: un trabajo de campo con fotografías, entrevistas y otros relevamientos.

 

El informe completo fue publicado en el dossier de TAREA-UNSAM : click aquí para acceder

Priamo, Luis. “Investigación histórico-fotográ–ca en la provincia de Santa Fe, 1988-1989. Proyecto e informe –final”, TAREA 6, pp. 38-63
Félix Corte Toldería de aborígenes tobas reducidos pertenecientes a la tribu del cacique Juan Chará. San Antonio de Obligado, Santa Fe, 1887.
Biblioteca «Pablo Vrillaud» de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad Nacional del Litoral.

La foto recobrada

Luis Priamo

Malabrigo. Frontera del Gran Chaco en otros tiempos. Campos trabajados hoy en día: paraísos, palmeras, trigo y soja. Se llega a la pequeña ciudad por el camino central que desgaja de la ruta 11. Alineados a su vera, amplios techos de tejas coloradas y pendiente suave bajan desde el pecho de gruesas chimeneas, le advierten al recién llegado que allí hay plata y anacronizan el nombre amargo que los abuelos fundadores le pusieron a su pueblo.

 

En la llanura gringa donde nací, en la infancia mía, todo esto era el norte: paisaje entreverado de quebrachales, hacheros esclavos, rostros morenos, duelos criollos, miseria y vino. Tierra de negros confundida con el Chaco. Ahora sé que fueron suizos, italianos y alemanes llegados de la llanura central los que fundaron y habitaron este pueblo por 1890. Con el tiempo levantaron un próspero escenario de chacras familiares en la tierra llana de palmeras y chañares desde Romang a Reconquista, entre el límite de bosques y el río Paraná. Hay muchos rostros colorados, como en los pueblos míos, pero en las voces canta la tonada y el arrastre que compuso el mestizaje con la costa correntina.

 

Llegué buscando antiguas fotos del lugar y me llevaron hasta Félix Spontón. En todo el noreste el apellido se conoce: Spontón, familia fundadora, fértil, pía. Dos monjas y dos curas señala Félix entre los veinte descendientes alineados en la tenue protofoto familiar. Uno, el padre Luis Spontón, tío de Félix, se aficionó a la fotografía en su primera juventud y le duró hasta grande. Para ver la caja de fotos familiares que guarda algunas de sus copias hay que llegarse hasta la casa paterna de los Spontón, al sur de Malabrigo.

 

“Está cerca –dice Félix–. Vamos con ésta… si se animan…”

 

Su vieja camioneta nos lleva por campos de sequía. El verde es cromo, el cielo azul, la tarde calma. El polvo que se alza detrás nuestro baja lento y luminoso. Hablamos de los viejos tiempos, tema obligado pero no impuesto, sino grato. El tiempo de antes, cuando todo esto era frontera, cuando llegaron los colonos a desmontar y sembrar, detrás del ejército y el ferrocarril. Tiempos bravos. “Estaba prohibido tener miedo –dice Félix–. No era para flojos”. Su estilo es bonachón pero despunta, en él también, la tentación por las historias fronterizas de coraje belicoso, macho. Tentación folklórica cebada, tal vez, por la presencia del recién llegado de las ciudades del sur, de lo cómodo y lo flojo.

 

“Una vez, yo tenía doce años y le escuché contar a un hombre de acá, don José Faccioli…”, comienza Félix. En el patio de la iglesia de Malabrigo, una tarde, estaban don José Faccioli, el padre Luis Spontón y él, calladito. Don José contó que la chacra de sus padres fue de las primeras en todo Malabrigo (“Y es verdad –agrega Félix–, porque eso lo contaba mi padre también”). En ese entonces él tenía veinte años. Trabajaban de la madrugada hasta la noche. La misa del domingo, muchas veces, la pasaban detrás de los bueyes. Dos bueyes, dos alhajas: los únicos animales de tiro que tenían. Una noche se los llevaron los indios. Robaron caballos y bueyes de varios colonos de la zona. Para los Faccioli, para todos los colonos, perder los bueyes era perder la cosecha, la tierra, todo. A la madrugada formaron una partida bien armada y salieron a batir el monte para recuperar los animales.

 

Los ladrones no iban lejos. El rastro era claro. Al mediodía una pequeña columna de humo salió de entre los árboles, a la distancia. Campamento, escribió en el cielo, y allá volaron los colonos. Cuando rodearon a los indios comprendieron su descuido de acampar tan pronto: huían con las familias: viejos, mujeres y niños. De inmediato comenzaron a matar.

 

Don José no relató el asalto, ni detalló la cantidad de indios que había o que mataron. Estaba urgido y fue breve. Cuando terminó el tiroteo él y otros colonos, los más encarnizados, entraron al campamento. Los indios que pudieron escapar se perdieron en el monte. Dejaron todo, también sus muertos y heridos, que los colonos remataron. José Faccioli dio vuelta a una india tirada bocabajo, para asegurarse de que estaba muerta, y escondido, cubierto por ella, apareció un bebé desnudo, callado, con los ojos abiertos, prendido al pecho de la madre como si fuera un caracol (la imagen fue de don José). Faccioli alzó el winchester y le aplastó la cabeza de un culatazo. Luego se explicó: estaba furioso, si perdían los bueyes lo perdían todo, tenía la sangre caliente por la pelea, estaba ciego, era joven… Fue un corto alegato antes de pedir, tal vez, sin saberlo, su absolución. Tenía ochenta años.

 

“¡Qué será ahora para mí, padre…?”

 

Félix Spontón recuerda que miró a su tío y esperó: “Pero el tío Luis no pudo contestarle nada…”

 

Diez días después, en Vera, una mujer me habló de dos fotografías horribles guardadas por su padre. Fotos de indios muertos y amontonados después de una pelea, tomadas por el ejército de línea cuando limpió el monte de chusma –documentos de trabajo para expedientes y fojas de carrera–. Ella las descubrió cuando murió su padre y, por respeto, las guardó con las demás. Pero cada vez que quería recordar al difunto y volvía a sus fotografías, esas imágenes espantosas se interponían y trastornaban el reencuentro. Con el tiempo, el asco reiterado fue más fuerte que la lealtad hacia las cosas del muerto y las rompió. Así, la memoria de todos perdió otra epifanía.

 

Enseguida recordé el relato de Félix Spontón y pensé en el recuerdo de José Faccioli, el recuerdo de su crimen, como una más de aquellas fotos del gran crimen, ahora rotas y perdidas. La que él llevaba en su mente tenía al bebé indio en primer plano, con los ojos abiertos, mirándolo. Una mirada que el tiempo y la culpa, tal vez, hicieron implorante. Sesenta años pasó Faccioli mirando esa foto interior, nunca amarilla ni desvanecida. Cuando él la describió en confesión estremecida al padre Luis Spontón no sabía que la estaba entregando a la memoria de Félix Spontón, que tampoco pudo tirarla jamás y la veía, cuarenta años después, tan nítida como aquella tarde. Tanto como yo la vi, en otra tarde, también inolvidable.

 

Ahora entrego esta reproducción con el ánimo de compartirla. Al fin y al cabo en eso andaba yo: buscando fotos viejas para el recuerdo común.

 

 

Malabrigo-Buenos Aires, 1989.

Este trabajo fue publicado por primera vez en 1989 en la revista Fotomundo

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LIBRO-CUERPO-TEJIDO

Alfonsina, el extraño caso de una confusiva

 

Presentamos un libro de múltiples caras, íntimo y social, ligado a la danza y al lenguaje del cuerpo, la transmisión de repertorios que se inscriben, expanden y viajan de generación en generación: Alfonsina, el extraño caso de una confusiva, de Paz Marín*.

Alfonsina… es un libro hecho con el cuerpo. Charlamos con su creadora, que realizó un proceso de experimentación con la danza y el movimiento, para la exploración de la imagen y la palabra;  Alfonsina… surge con un hilo rojo que atraviesa e invita a la creación de la lectura.

 

*Paz Marín (Chile), artista visual y bailarina, co-dirige el taller EL TEJIDO DE LA MEMORIA, junto a Romina Resuche, que se realiza el 6 y 13 de febrero 2020 durante la programación #veranoexperimental

El libro se consigue a través del correo alfonsinaconfusiva@gmail.com

La libertad y el movimiento en el uso del lenguaje y la imagen hilvanan una poética que mezcla giros de la literatura infantil, los juegos de ingenio de los libros de Alicia, la poesía de Mallarmé, los montajes de palabra e imagen del Dadaísmo y la poesía surrealista. Sobre todo la poesía negra de Artaud, que lleva el lenguaje al grito, y ejerce el vertiginoso descenso en las profundidades del yo. Reúne lo poético, la confesión, la protesta, el humor, los espasmos de dolor, el grito y sobre todo: la pregunta. El cuestionamiento de los modelos de conducta, de comportamiento y coreografías de la corporalidad.

 

Es un libro que señala el disciplinamiento del cuerpo a través del discurso de la ciencia, la medicina y la salud mental.

 

Alfonsina pone de relieve y cuestionamiento los discursos hegemónicos a través de un armado coral trazado desde la literatura infantil, el archivo policial y el género fantástico; atraviesa los géneros literarios para desarmarlos y mudarlos.

 

El libro es transdisciplinar: es una obra hecha de fotografía, tejido, danza, teatro… el dipositivo-histórico ‘libro’ que se encuentra en la biblioteca es parte de un entramado mayor, hecho de reuniones, encuentros, investigaciones, visitas al médico, talleres de creación colectiva y terapéutica. Fueron procesos de trabajo y búsqueda simultáneos: en el campo de lo escénico-teatral con la compañía escénica La Kabrank, los talleres de fotobordado y archivo familiar y el proceso de realización del libro. Hilos paralelos que conforman una misma trama-proyecto. Podría pensarse que este fotolibro es parte de una obra mayor artístico-vital: Alfonsina, el extraño caso de una confusiva, que solo se entiende desde la transmedialidad y la performatividad.

 

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Resulta una crítica al ‘tratamiento’ social en términos de salud mental y la estigmatización y represión del cuerpo. En cambio la danza, el teatro, el arte visual y la literatura son herramientas terapéuticas y de conexión – ligación con el mundo para alcanzar otros reconocimientos, saberes y percepciones. El libro es liberador.

 

… de las imágenes surgirán no solo revelaciones sobre el cuerpo psicológico y físico, sino también descubrimientos de las potencialidades mentales de los seres humanos. Los descubrimientos futuros sobre el inconsciente revolucionarán la historia de la raza humana.

Nise Da Silveira

 

 

 

IMAGEN, TEXTO, CUERPO

 

Entre el fotolibro, el libro-objeto y el libro de artista, la trama de Alfonsina… está hecha de imágenes, palabras y el hilo, que teje una red de relaciones con múltiples relatos, pero que principalmente narran la historia de una niña: Alfonsina, quien es estigmatizada por tener una ‘enfermedad’ que se basa en hacerse muchas preguntas. La sociedad la encierra y luego desaparece.

Además de ser una historia sensible y cuidadosamente contada, hay una fuerza que reside en la visualidad de las palabras y su baile en la hoja, en la maquetación de página y la narración del relato, a través de imágenes fotográficas. Hay un intercambio de relaciones imagen–texto que arma una poética lúdica, subvirtiendo órdenes de lectura y apostando por una participación activa de quien mira y lee, que aquí significan lo mismo.

Y luego, claro, la dimensión táctil: por fuera de la superficie de la página. Hilo y aguja, y la mano, el cuerpo: la costura. En cada página, está el tiempo que lleva cada puntada, el ejercicio de la tejedora, que además se presenta como una invitación a continuar (con la aguja atravesando la imagen). Y además, el movimiento gestual de la mano lectora a la hora de descubrir el libro y sus textos, son parte de la coreografía propuesta.

LA OTRA

Hay un sobre en el libro que contiene fichas médicas. Las mismas corresponden a personajes ficticios, cuyas ‘biografías ‘ se leen desde un grotesco soaz (como diría Baudelaire) a partir de una lectura a contrapelo e irónica que desprende una conciencia sobre la construccion de la otredad en el discurso de la ciencia médica y el posterior disciplinamiento a través de su voz de autoridad. Lo que sale a la luz a través de la risa es también una crítica directa a la fotografía que Susan Sontag entiende a grandes rasgos «de vigilancia»,  y que Alan Sekula detalla e historiza en El cuerpo y el archivo, donde realiza un análisis de la fotografía dentro de la criminalística y las corrientes de frenología que todavía operan hoy día. La catalogación-categorización y atribución de significados al cuerpo que realiza el capitalismo para la distinción de ese «otro» indeseable, fuera de la norma.

Michel Foucault en La locura en la época clásica, muestra cambios historiográficos dentro del discurso de la medicina y el ejercicio represivo sobre los cuerpos, especialmente para con la figura del loco o en este caso: la loca. Porque también hay que marcar que Foucault ‘olvida’ distinguir géneros en su tratado; a pesar de que analiza sobre todo el caso de la Salpêtrière, no aparecen registros de una investigación comparativa ni un análisis pormenorizado de las distinciones de ‘la loca’ sino solamente en relación a la histeria (según el análisis de Freud). La ‘loca en el ático’ es un arquetipo de la literatura, especialmente de la novela decimonónica dirigida a mujeres, y particularmente en el caso de la escritoras victorianas (donde quienes escriben, son mujeres), puede ser productivo para pensar Alfonsina…. Sandra Gilbert y Susan Gubar identifican este personaje y escriben un ensayo feminista: ‘Madwoman in the Attic: The Woman Writer and the Nineteenth-Century Literary Imagination’. En este ensayo explican a la loca del ático como ejercicio catártico de todas estas autoras, que utilizaban a la loca para poder ilustrar rasgos de locura, pasión desatada, furia animal, frustraciones cotidianas o falta de sentido vital sin ser tachadas ellas mismas de histéricas. Mediante el uso de las locas y la escritura, las mujeres pueden dar rienda suelta a las fantasías y conseguir la liberación de la sociedad que las clausura.

 

Además, desde el título nos hace pensar en Alfonsina Storni. Leído desde múltiples maneras, nos trae a la escritora-tejedora de mundos y cara de todos esos deseos y pasiones reprimidas, historias veladas subterráneas que corren por la sangre y la carne, y se traducen en un baile de imágenes y palabras sobre el papel.

 

 

 

 

Fotolibros que desbordan las páginas

Sección destinada a la investigación y difusión de fotolibros cuyas dimensiones se expanden de la superficie lisa y llana de la foto y la página, para abrirse a la dimensión del cuerpo, la performance, intervenciones sociales en expansión física y vincular, afinidades electivas.

Donde el libro es puente, transacción e intermediación entre personas, afectos y actos de intervención, invención y creación colectiva.

reseña por Guadalupe Arriegue

Alfonsina, el extraño caso de una confusiva

Autora Paz Marín

Edición Pablo Concha
Diseño Ediciones Granizo y Ediciones Navaja

Encuadernación Bresky Corporacion y Natureza Renard
Encargos y envíos a todo el mundo: alfonsinaconfusiva@gmail.com

instagram: @alfonsinaconfusiva

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EL NUEVO ARTE DE DISEÑAR LIBROS

Sobre el libro de artista y otras formas editoriales expandidas.

Mariel Szlifman (Comp.), Wolkowicz Editores, Buenos Aires, 2018.

ISBN 978-987-4117-16-8.

Esta publicación aborda el género “libro de artista” o bookwork desde la mirada del diseño y el arte. Es un proyecto editorial que analiza este soporte como un medio de expresión en expansión, con su historia y posibles desarrollos en el siglo XXI. El libro está compuesto por una serie de textos de académicos, artistas y diseñadores que ensayan respuestas sobre una praxis con el libro de artista expandido.

 

La publicación vincula el diseño gráfico y editorial con el arte contemporáneo y el audiovisual, así como también sus instancias curatoriales y su exhibición en espacios de arte.

El proyecto del libro nace en la Cátedra La Ferla (Carrera de Diseño Gráfico, Fadu, UBA), a partir de una etapa de investigación y experimentación del cruce entre los medios audiovisuales y el diseño gráfico. Luego, se realizó la curaduría y producción de la exposición “Libros de artista. Ediciones expandidas” (Exposición colectiva, Salas de Arte de Fadu, 2018), instancia que permitió consolidar estos recorridos en el espacio expositivo. La publicación acompaña la exposición, y a la vez funciona de manera independiente. El libro está organizado en tres secciones: 1) Visiones de un género. Diseño, cine, arte; 2) Práctica y pensamiento. Medios, formatos, representación; 3) La exposición (catálogo sobre las obras seleccionadas). El diseño editorial y la estructura proponen una lectura transversal entre los capítulos y los conceptos se pueden trasladar a otros textos o pueden ser aplicados en las obras artísticas. De esta forma, la publicación se propone como una bitácora y archivo del proyecto expositivo, al mismo tiempo que plantea interrogantes sobre el libro de artista desde su contemporaneidad. Tomamos como referencia al artista y editor mexicano Ulises Carrión (1941–1989), a quien el título rinde homenaje y parafrasea. En El arte nuevo de hacer libros (1975) Carrión produce un manifiesto sobre el bookwork (los libros como arte) y proclama al libro como dispositivo y concepto, separado del texto literario. Este es nuestro punto de partida para pensar el Libro de artista: desde su definición como concepto, arte y diseño.

Los artículos que componen el capítulo “Visiones de un género” (La Ferla, Szlifman) incluyen teorías elaboradas alrededor del soporte realizadas por investigadores, curadores y artistas (Johana Drucker, Anne Moeglin-Delcroix, Guy Schraenen, Ulises Carrión). Así, se define el “libro de artista” como un medio artístico autónomo e interdisciplinario entendido desde el “múltiple democrático” (reproducible) ante el libro objeto o plástico. Se revisitan referencias iniciáticas claves de las décadas del ´60 y ´70 hasta producciones actuales para observar qué tipo de vertientes y usos se desarrollan hoy: desde instancias proyectuales hasta ensayísticas. Asimismo, se realiza una visión crítica de los “dispositivos escriturales”, aquellas formas de comunicación y representación que evolucionaron con el hombre para llegar a definir el cruce entre la imagen en movimiento (cine) con los soportes librescos.

En el capítulo “Práctica y pensamiento”, algunos de los artistas de la muestra “Libros de artista. Ediciones expandidas”, analizan el formato expositivo del libro hasta la instalación en relación al medio audiovisual con el cual opera; así como también desarrollan conceptualmente su trabajo, inscripto en el discurso ensayístico. Antonelia Adosi, Eleonora Pautasso y Maite Mendive nos acercan reflexiones sobre el uso de la cámara fotográfica -analógica, estenopeica, digital- como forma de exploración del mundo en relatos que van desde el autorretrato al paisaje urbano. La memoria familiar, los archivos, la ciudad, son disparadores para la construcción de objetos de diseño, mapeos e instalaciones. Augusto Daniele realiza un estudio sobre el uso expresivo del medio locativo y móvil (datos y metadatos) como forma de representación del paisaje urbano y cómo nos relacionamos con la ciudad en el siglo XXI. Nicolás Grandi recorre la definición de lo transmedia a través de dos experiencias artísticas propias donde se pone en escena lo social, lo cultural y lo político a través del deseo y el cuerpo. En su obra, el pasaje de un soporte a otro (cine, libro, web) implica siempre una forma de traducción entre imagen fija, palabra e imagen en movimiento.

Finalmente, en “La exposición” se muestran los trece proyectos seleccionados y desarrollados para la muestra. Este capítulo recopila sinopsis conceptual, fotografías y descripción técnica de las obras, a modo de documentación. La serie es el resultado de una práctica ensayística que explora el papel como soporte expresivo en el espacio expositivo, en la que se elaboraron tres tópicos curatoriales que buscan afinidades entre las obras: cartografías urbanas, autorretratos y cinegrafías. Estos ejes tejen lazos entre los elementos narrativos, expresivos y conceptuales de las obras, así como también en sus formatos expográficos. Son todas producciones recientes, que se inscriben en un mapa local y actual de esta práctica del “libro expandido” e instalado en el espacio de arte.

EL NUEVO ARTE DE DISEÑAR LIBROS se consolida como un objeto a ser usado por docentes, artistas, diseñadores y realizadores audiovisuales. Los textos e imágenes que componen la publicación son disparadores para pensar estrategias, técnicas, formatos y materialidades del libro de artista contemporáneo que puede expandirse hasta el campo de la instalación o hacia proyectos transmedia.

Fotografías: Santiago Tenenbaum

Reseña: Mariel Szlifman

 

Mariel Szlifman es profesora de TURMA del taller TRANSMEDIA: ENSAYAR LA IMAGEN, IMAGINAR LA PALABRA junto con Nicolás Grandi

BIO: Magister en Teoría del Diseño Comunicacional, Diseñadora Gráfica e Investigadora (FADU, UBA). Jefa de Trabajos Prácticos en Cátedra La Ferla en la misma Universidad. Ha dictado workshop´s y seminarios sobre Libros de artista (Bienal Nacional de Diseño, 2015, 2017; Universidad del Cine, 2016, 2017) y sobre Arte Tecnológico e Instalaciones (Escuela Provincial de Artes Visuales, Rosario, 2016; Seminario SI, UBA, 2017). Recientemente, compiló la publicación El nuevo arte de diseñar libros (Editorial Wolkowicz, Buenos Aires, 2018). Ha publicado artículos en Territorios Audiovisuales (La Ferla, Reynal (comp.), Libraria, Buenos Aires, 2011), Revista Kepes (Colombia) y en el sitiowww.maestriadicom.org. Es directora del proyecto de Investigación SI “Praxis del diseño audiovisual. Del objeto libro a la instalación” (Código PII MyC-15, FADU, UBA). Trabaja como diseñadora independiente.

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NO SOMOS LO QUE TE ESPERAS

FOTOLIBROS DESTACADOS DE LA BIBLIOTECA

No somos lo que te esperas – copublicado por Subeditora + Alcohol y Fotocopias + Tren en Movimiento

Entre 1995 y 2006, Verónica Borsani, Luzía Fernández Loiza, Paula Marinaro y Loreley Ritta, tenían entre 16 y 25 años y emprendieron el trabajo orgánico y extenso de documentar sus vidas cotidianas.

 

Antecediendo al actual momento histórico de registro permanente a través de la imagen digital, ellas capturaron a través de la fotografía analógica momentos importantes de su recorrido hacia la adultez. Las fotos son una selección desde su mirada personal, enmarcando sus prioridades. No están tan atravesadas por la mirada pública como podrían estarlo de ser tomadas hoy en día, sino que al moverse en el espacio liminal de los albores de internet, son imagenes de distribución interna, para un círculo de conocidos y, sobre todo, para ellas mismas.

Registran su grupo de pertenencia, la comunidad anarcopunk latinoamericana.

 

Las imágenes que recolectan no son exclusivamente personales, sino que tienen un espectro político radical que las convierte en documento social; se puede ver la forma de ocupar el espacio público, las ciudades, las casas okupadas, los espacios de resistencia desde el arte: los escenarios donde estas mujeres se formaron. Los besos y  pogos se muestran como experiencias vitales, pero también como partes de una escena política que se esfuerza en crear libertades. 

El trabajo y las mascotas, las manifestaciones y las drogas, todas las áreas de la vida que aquí se registran comparten una óptica honesta y sensible. En un momento en el que lo individual y lo colectivo chocan y se debaten en nuestra concepción del mundo, las autoras de No somos lo que te esperas no diferencian sus imágenes firmándolas con nombres propios; eligen colectivizar y se funden en la experiencia compartida, empatizan al punto de dejar de lado el ojo propio y abrazar uno grupal.

El borramiento del rol autoral, la elección de no delimitar qué imágenes vienen de cada persona determina una mirada, un ethos colectivo con una identificación muy fuerte de pertenencia a un grupo que, ideológica, generacionalmente y por cuestiones de género, tiene mucho en común. Yendo contra el ojo oficial, contra la mirada hegemónica que baja desde los medios, nos encontramos entonces frente a la posibilidad de una mirada femenina, que opera desde el interior del movimiento anarkopunk, y desde el rol particular de mujeres de entre 16 y 25 años: una etapa formativa que en otros espacios quizás no recibe el mismo respeto que en un ambiente signado por el deseo manifiesto de libertad e igualdad. En este tipo de espacio, la horizontalidad de las miradas se pone de manifiesto en la ternura con la que retratan momentos que serían, desde otra postura, ocultables. 

Algo particular de este registro, es que ocurre en una época signada por transformaciones políticas y sociales. En Argentina, el 2001 funciona como eje pivotal a la hora de plantear los sistemas de representacion politica y democratica, y opera como clave para un cuestionamiento fuerte del rol del Estado. Teniendo esto en cuenta, más la situación de precariedad que rodeaba las vidas de lxs jóvenes, es claro que había necesidad de plantear otras opciones posibles. 

 

En este libro se ve cómo los jóvenes que elegían durante la crisis correrse del sistema estipulado no caían en el vacío, sino que formaban redes propias, redes de contención extrafamiliares, y que se manifestaban no sólo en los vínculos personales, sino en espacios habitados y transformados: las casas okupadas son una clave visual y política de este momento.

 

El trabajo realizado para poner a punto estos espacios, para hacerlos habitables, es algo que suele ser ignorado por la mayoría de la gente. Sin embargo los colectivos de jóvenes pintaban, refaccionaban, y traían propuestas a estos espacios que incluían proyecciones, bibliotecas y clases públicas. Estos refugios en un momento hostil son parte de la propuesta del movimiento anarkopunk, asi como tambien las huertas y merenderos para abastecer a los barrios y a las personas de la comunidad.

Entonces, en este grupo de imágenes, nos vamos a encontrar con fotos que cruzan la línea de la experiencia propia, el retrato, el autorretrato, esa mezcla amorosa de foto documental, periodística, y registro de lo cotidiano. Un archivo personal, pero de más de una persona, la memoria compartida de un grupo en el que la individualidad funciona de manera permeable. La autonomía de los cuerpos, las mentes y las voces atraviesa este libro de manera transversal, podría leerse como un manifiesto del deseo de libertad en una época aciaga.

En este momento nos encontramos atravesando un resurgimiento del archivo como medio para interpretar el presente: el Archivo de la Memoria Trans, el de Luisa Escarria, incluso el interés en archivos públicos como el AGN marca un clima de época que busca no perder la memoria. A medida que nos aproximamos en el tiempo, el archivo se convierte en una cuestión personal, resignificando la cotidianidad de la imagen. El trabajo de archivo nos ayuda a desentrañar el presente y especialmente el archivo cercano nos ayuda a tomar aire y poder vernos, en el ayer y el hoy, simultáneamente, buscando la misma libertad.

“No nos dan miedo las ruinas, porque llevamos un mundo nuevo en nuestros corazones. Ese mundo está creciendo en este instante.”

Durruti

No somos los que te esperas

Verónica Borsani, Luzía Fernández Loiza, Paula Marinaro y Loreley Ritta

80 páginas 17×22,5cm. | Tapa blanda – Sub Editora + Alcohol y Fotocopias + Tren en Movimiento

Las fotografías de este ensayo colectivo fueron tomadas de 1995 a 2006, cuando teníamos entre 16 y 25 años, en los territorios nombrados como Argentina, Uruguay, Chile, México y España. Son retrato de una época y de un movimiento internacionalista; el anarkopunk latinoamericano

reseña por Mora Vitali

Este fotolibro fue presentado en LA REVOLTOSA festival de publicaciones populares y se vuelve a presentar con una conferencia de las autoras en SALÓN PUEYRREDÓN el sábado 19/10 link al evento

Se puede leer/ver en nuestra biblioteca: para agendarte escribinos a biblioteca@somosturma.com

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