Fotografía & feminismo 2

Mujeres que se miran: autorretratos y declaraciones

 

La aparición de la fotografía a mediados del siglo diecinueve amplía y modifica el campo del arte. Gracias a su relación directa con el sujeto representado, se instala en la conciencia colectiva como prueba de algo, evidencia gráfica y confiable. Desde este punto de vista, el autorretrato fotográfico tomado por mujeres, es un refuerzo testimonial de la propia presencia.

 

Las autoras buscan asentar la existencia femenina en material visual, ante su fragilidad social.

 

La iconografía femenina se plantea muchas veces desde la proyección de una mirada masculina, y es necesario deconstruir estos estereotipos para poder desafiarlos. Las autoras se descubren como sujetos y como modelos, abriéndose posibilidades representativas nuevas y revolucionarias.

Segunda entrega de la serie MUJERES QUE SE MIRAN – AUTORRETRATOS & DECLARACIONES, que comprende un recorrido visual y textual por imágenes autorreflexivas, realizadas por mujeres.

 

 

Grete Stern y Annemarie Heinrich: el autorretrato como parte de la praxis profesional

Tomaremos dos autorretratos, uno de Grete Stern, de 1943, y otro de Annemarie Heinrich de 1947. Podemos ver en ellos asomar las condiciones nuevas en el mundo de la fotografía, y el rol de la mujer en éste: ambas autoras se representan como fotógrafas y exponen en sus imágenes este rol operador. En el caso de Stern, este autorretrato da claras muestras de la capacidad compositiva, y de los estudios realizados en la Bauhaus, bajo la tutela de Walter Peterhans. El cuidado detalle que pone en la construcción de la toma es notorio, así como su pericia técnica. Stern muestra su rostro reflejado en un espejo redondo, rodeado de elementos naturales y artificiales que proyectan sombras y reflejos. Entre estos elementos hay una lente que materializa la labor fotográfica, ubicada frente al espejo en el que su mirada se refleja y redirecciona.

De la misma calidad artística es el de Heinrich, quien comparte el recurso del reflejo para obtener la propia imagen, pero agrega la posibilidad de ver el equipo fotográfico con el que realiza la fotografía en la propia toma, afirmando así su autoría y su rol profesional de manera visible. Junto a la autora y la cámara, en este caso, podemos ver reflejados en una esfera al estudio en el que se realiza, y a sus hijas. La mirada de  Heinrich se dirige fuera del cuadro, hacia algún elemento invisible al espectador.

Ambas mujeres se encuentran en el grupo de pioneros de la fotografía en Argentina, que encabeza una renovación y una nueva exploración de las posibilidades de la técnica, dada a partir de los años ‘30.

Pese a sus diferencias socioeconómicas, Stern y Heinrich se desenvuelven profesionalmente a través de su labor fotográfica, y obtienen de ella su independencia económica, tras emigrar a Argentina huyendo de la guerra en Europa. Stern contaba con una fuerte instrucción estética que facilitó su conexión e ingreso al mundo del arte, mientras que Heinrich ingresa al mundo fotográfico con el propósito expreso de ganarse la vida. Ambas autoras tienen éxito y sus obras condensan rasgos de la vida argentina con particular interés en la imagen femenina. En la obra de Heinrich se destaca su trabajo de retratos: recurrían a ella numerosas artistas del espectáculo; y en el caso de Stern la serie de fotomontajes Los sueños para la revista Idilio, que tratan con numerosas problemáticas de la mujer de clase media. Las obras de ambas autoras alcanzan el estatus de ‘obra de arte’ actualmente, siendo incorporadas en colecciones museísticas, pero ha de ser recordado que al momento de su producción, eran frecuentemente consideradas material gráfico, incluso tratadas sin demasiado cuidado, tal como es el caso de los montajes de Stern para Idilio, los cuales fueron perdidos por la editorial, y no se han recuperado nunca. Sin embargo, es destacable que en entrevistas realizadas a sus familiares y entornos sociales, se suele mencionar que ambas autoras se encontraban levemente desfasadas respecto a los estándares sociales de la época: usaban pantalones, fumaban, y mantenían relaciones sociales y afectivas que a las mujeres criadas en el país, les hubiese resultado difícil articular con las demandas de la tradición.

Texto= Mora Vitali

Coser un agujero

UN FOTOLIBRO, UN OBJETO.
Reseña del libro Un montón de ropa de Luján Agusti
Objeto elegido: un costurero

Curiosear la biblioteca de Turma es siempre una experiencia muy placentera. Un libro de tapa blanda, finito y marrón, me alcanzó su historia.

 

La pequeña gran anécdota de la adolescencia de Luján Agusti sirve para ahondar en aquel mundo material que rodea permanentemente y que, en muchos casos, sólo el tiempo devela su inconsistencia.

Para desarticular lo que se considera injusto es necesario encontrar un mecanismo que desbarate lo prohibido, porque lo inaccesible sin razón no resulta suficiente.

 

Se plantea el juego de tomar a escondidas y disfrutar de lo vedado o de lo que no tiene explicación lógica. Finalmente, como en la mayoría de los casos, la materia sobrevive al cuerpo, y despojada de dueño produce la historia.

¿Qué decisiones tomaste para realizar el libro?

Como todo el proyecto gira en torno al vínculo con mi madre a través de la ropa, me interesaba que eso se viera reflejado en el libro. Es decir, que los diferentes elementos que forman parte de él hicieran referencia a eso. Me interesaba trabajar también la idea del tacto, que por un lado está muy presente en las texturas de la ropa, y por otro, es una de las cosas que más se siente a la hora de perder a alguien.

 

 ¿Qué papeles utilizaste y en qué consistió la búsqueda en el archivo familiar?

Siguiendo esto, busqué que los materiales tuvieran cierta textura: el papel vegetal que además de tener una textura particular al tacto, también hace que una imagen se conforme de varias capas, como la ropa, como la fotografía y como la vida misma. El otro papel donde van los textos y las fotos de archivo, es un papel reciclado de cierta rugosidad que también da una sensación especial al tocarlo. Con respecto a la tapa y el cosido, busqué sí que estuvieran ligados a lo textil. El papel entelado de la tapa, y por otro la costura, que es típica del cosido de indumentaria. 

Quise que los textos vayan en esas medias paginas para que se sintieran como pequeños comentarios que ayudan a entender el libro.

Y por último el quemado uno por uno, un gesto artesanal, que es una referencia directa a la anécdota que cuento.

¿Cuándo surge la aparición de la idea?

Comencé el proyecto en los talleres de álbum familiar de Romina Resuche en 2013. Quería trabajar el recuerdo de mi mamá a través del archivo de mi familia, noventoso y abundante, y fui un poco buscando lo particular de mi historia dentro de algo tan universal como es el archivo. Tanto los álbumes de fotos como la gran cantidad de ropa, son dos cosas que mi mamá  tenía en cantidades, que cuidaba mucho y que finalmente cuando falleció siguieron ahí, impolutas. Y ambas son cosas que heredé. 

Mi mamá era una mujer hermosa y cuidaba mucho de su apariencia, tenía mucha, mucha ropa. Como cuento en el libro, me la pasaba sacándole las cosas, de pequeña para jugar, y ya de más grande para salir. Así fue como le arruiné varias cosas, entre ellas la camiseta que cuento en la historia. Tratando de ver como podía unir ambas cosas, empecé a ver en las fotografías, ropa de ella que aún conservo. Entonces decidí trabajar el proyecto por ese lado: realizar fotografías donde yo estuviera usando estas prendas que aparecen en las imágenes, prendas que sobrevivieron a su dueña. En esa búsqueda apareció la camiseta que, a mi entender, resume de manera ideal lo que quiero contar: este vínculo con ella – a veces conflictivo –  a través de la ropa. La camiseta que una vez tuve que esconder, y que re apareció años después para hacerme entender muchas cosas. Creo que lo que más me ha quedado de este proyecto, es el proceso catártico, un suspiro que me liberó, una historia pequeña sin pocas ambiciones que me ha ayudado a sanar muchas cosas. 

 

¿Cuánto tiempo te llevó madurarla y concretarla?

 La idea del libro comenzó en 2015 mientras estaba viviendo en México, donde vivo actualmente. Estaba trabajando en un proyecto, y me tomé la idea de hacer el libro como un juego, un descanso del otro trabajo. Todo fluyó tan bien que decidí publicarlo este año, en el que se cumplen 10 años de su fallecimiento, y también es el año en que yo me convertí en madre. 

Las repercusiones han sido muy buenas. Se me ha acercado gente que se sintió identificada con la historia y que también se vio tocada por la sensibilidad del proyecto.

El libro vuelve al estante de la biblioteca y a pesar de las respuestas exactas de Luján, genera cada vez más preguntas. Induce a pensar en lo que dejamos, como si se tratase de un montón de ropa.

 

 

Un montón de ropa fue presentado por Luján Agusti en Turma durante el mes de julio. Actualmente se puede conseguir en la Tienda de TURMA (ARS 350) y además participa del Premio Internacional FELIFA – FoLa.

Escrito por Andrea Knight

Andrea Knight es fotógrafa, editora y actualmente realiza la Tutoría de Obra Narrativa en proceso en la Casa de Letras. Además, es productora de la Feria de Libros de Fotos de Autor 

Fotografías Guadalupe Arriegue

UN FOTOLIBRO, UN OBJETO

En el cuento Tlön, Uqbar, Orbis Tertius, Jorge Luis Borges inventa un concepto que titula Hronir. Un hronir, para Borges, son unos objetos, pertenecientes al planeta de Tlön. En este lugar, cuando un objeto es buscado intensamente, se lo halla. Porque en Tlön la Voluntad modifica la Realidad. Entonces, un hronir, es un objeto que surge a partir del deseo, o de la imaginación.

 

Inspirados en este concepto, la sección Un fotolibro, un objeto propone una reseña de un fotolibro en donde se proponga la lectura del mismo acompañado de un objeto. El objeto potenciará la lectura del fotolibro y abrirá otros caminos que este alberga.