Coser un agujero

UN FOTOLIBRO, UN OBJETO.
Reseña del libro Un montón de ropa de Luján Agusti
Objeto elegido: un costurero

Curiosear la biblioteca de Turma es siempre una experiencia muy placentera. Un libro de tapa blanda, finito y marrón, me alcanzó su historia.

 

La pequeña gran anécdota de la adolescencia de Luján Agusti sirve para ahondar en aquel mundo material que rodea permanentemente y que, en muchos casos, sólo el tiempo devela su inconsistencia.

Para desarticular lo que se considera injusto es necesario encontrar un mecanismo que desbarate lo prohibido, porque lo inaccesible sin razón no resulta suficiente.

 

Se plantea el juego de tomar a escondidas y disfrutar de lo vedado o de lo que no tiene explicación lógica. Finalmente, como en la mayoría de los casos, la materia sobrevive al cuerpo, y despojada de dueño produce la historia.

¿Qué decisiones tomaste para realizar el libro?

Como todo el proyecto gira en torno al vínculo con mi madre a través de la ropa, me interesaba que eso se viera reflejado en el libro. Es decir, que los diferentes elementos que forman parte de él hicieran referencia a eso. Me interesaba trabajar también la idea del tacto, que por un lado está muy presente en las texturas de la ropa, y por otro, es una de las cosas que más se siente a la hora de perder a alguien.

 

 ¿Qué papeles utilizaste y en qué consistió la búsqueda en el archivo familiar?

Siguiendo esto, busqué que los materiales tuvieran cierta textura: el papel vegetal que además de tener una textura particular al tacto, también hace que una imagen se conforme de varias capas, como la ropa, como la fotografía y como la vida misma. El otro papel donde van los textos y las fotos de archivo, es un papel reciclado de cierta rugosidad que también da una sensación especial al tocarlo. Con respecto a la tapa y el cosido, busqué sí que estuvieran ligados a lo textil. El papel entelado de la tapa, y por otro la costura, que es típica del cosido de indumentaria. 

Quise que los textos vayan en esas medias paginas para que se sintieran como pequeños comentarios que ayudan a entender el libro.

Y por último el quemado uno por uno, un gesto artesanal, que es una referencia directa a la anécdota que cuento.

¿Cuándo surge la aparición de la idea?

Comencé el proyecto en los talleres de álbum familiar de Romina Resuche en 2013. Quería trabajar el recuerdo de mi mamá a través del archivo de mi familia, noventoso y abundante, y fui un poco buscando lo particular de mi historia dentro de algo tan universal como es el archivo. Tanto los álbumes de fotos como la gran cantidad de ropa, son dos cosas que mi mamá  tenía en cantidades, que cuidaba mucho y que finalmente cuando falleció siguieron ahí, impolutas. Y ambas son cosas que heredé. 

Mi mamá era una mujer hermosa y cuidaba mucho de su apariencia, tenía mucha, mucha ropa. Como cuento en el libro, me la pasaba sacándole las cosas, de pequeña para jugar, y ya de más grande para salir. Así fue como le arruiné varias cosas, entre ellas la camiseta que cuento en la historia. Tratando de ver como podía unir ambas cosas, empecé a ver en las fotografías, ropa de ella que aún conservo. Entonces decidí trabajar el proyecto por ese lado: realizar fotografías donde yo estuviera usando estas prendas que aparecen en las imágenes, prendas que sobrevivieron a su dueña. En esa búsqueda apareció la camiseta que, a mi entender, resume de manera ideal lo que quiero contar: este vínculo con ella – a veces conflictivo –  a través de la ropa. La camiseta que una vez tuve que esconder, y que re apareció años después para hacerme entender muchas cosas. Creo que lo que más me ha quedado de este proyecto, es el proceso catártico, un suspiro que me liberó, una historia pequeña sin pocas ambiciones que me ha ayudado a sanar muchas cosas. 

 

¿Cuánto tiempo te llevó madurarla y concretarla?

 La idea del libro comenzó en 2015 mientras estaba viviendo en México, donde vivo actualmente. Estaba trabajando en un proyecto, y me tomé la idea de hacer el libro como un juego, un descanso del otro trabajo. Todo fluyó tan bien que decidí publicarlo este año, en el que se cumplen 10 años de su fallecimiento, y también es el año en que yo me convertí en madre. 

Las repercusiones han sido muy buenas. Se me ha acercado gente que se sintió identificada con la historia y que también se vio tocada por la sensibilidad del proyecto.

El libro vuelve al estante de la biblioteca y a pesar de las respuestas exactas de Luján, genera cada vez más preguntas. Induce a pensar en lo que dejamos, como si se tratase de un montón de ropa.

 

 

Un montón de ropa fue presentado por Luján Agusti en Turma durante el mes de julio. Actualmente se puede conseguir en la Tienda de TURMA (ARS 350) y además participa del Premio Internacional FELIFA – FoLa.

Escrito por Andrea Knight

Andrea Knight es fotógrafa, editora y actualmente realiza la Tutoría de Obra Narrativa en proceso en la Casa de Letras. Además, es productora de la Feria de Libros de Fotos de Autor 

Fotografías Guadalupe Arriegue

UN FOTOLIBRO, UN OBJETO

En el cuento Tlön, Uqbar, Orbis Tertius, Jorge Luis Borges inventa un concepto que titula Hronir. Un hronir, para Borges, son unos objetos, pertenecientes al planeta de Tlön. En este lugar, cuando un objeto es buscado intensamente, se lo halla. Porque en Tlön la Voluntad modifica la Realidad. Entonces, un hronir, es un objeto que surge a partir del deseo, o de la imaginación.

 

Inspirados en este concepto, la sección Un fotolibro, un objeto propone una reseña de un fotolibro en donde se proponga la lectura del mismo acompañado de un objeto. El objeto potenciará la lectura del fotolibro y abrirá otros caminos que este alberga.

El ADN de la fotografía

Juan Peraza Guerrero realiza el taller Historias Marginales de la Fotografía y nos invita a desarticular la historia unívoca y patriarcal de la fotografía, a partir de la controversia de la «Foto 51» tomada por Rosalind Franklin.

Taryn Simon, “Bratislava Declaration, Bratislava, Slovakia, August 3, 1968” (2015)

Rosalind Franklin (1920-1958) no fue fotógrafa; sin embargo, su trabajo se redujo a una imagen que parece una fotografía, una mancha negra sobre blanco parecida a una lámina del Test de Rorschach. La llamada “Fotografía 51” permitió el descubrimiento de la estructura de doble hélice de la molécula de ADN por el que Watson y Crick ganaron el Premio Nobel de Medicina en 1962. Su autora murió joven, creyendo que sus colegas se habían apropiado injustamente de años de investigación.

Así como cada célula contiene información genética de todo el organismo, la anécdota de Franklin es ilustrativa de un panorama amplio sobre las desigualdades que las mujeres han enfrentado en múltiples campos —el científico es sólo uno de ellos. La fotografía ha demostrado ser hábil en el uso de esta economía de la deducción: a través de la imagen, las pequeñas historias (del inmigrante ilegal, del obrero esclavizado, del niño que es acosado en el colegio, de la familia desalojada de su casa o de su país) pueden dar cuenta de un relato mayor. De una experiencia individual se deduce una situación generalizada.

Desde hace más o menos un siglo, autores de distintas áreas de las humanidades han cuestionado la relación entre la estructura —de cualquier tipo— y las partes que la componen. Al respecto, Michael Jennings afirmó que “el significado de la historia no reside en la gran estructura (…). Debe encontrarse en ciertos eventos individuales, aparentemente insignificantes, de hecho marginales.” (1987 : 51). Reformulada ahora en términos más visuales, la idea de que el plano general de la historia puede hallarse en lo minúsculo, en el plano detalle de lo particular, es de vital importancia para el estudio del pasado de la fotografía.

Taryn Simon, “Agreement Establishing the International Islamic Trade Finance Corporation, Al-Bayan Palace, Kuwait City, Kuwait, May 30, 2006” (2015)

Con el proyecto “Paperwork and the Will of Capital” (2015), Taryn Simon exploró las potencialidades de lo aparentemente insignificante en otro campo en que las mujeres también merecen una mejor representación: la política. Ya con “American Index of the Hidden and Unfamiliar” (2007), la fotógrafa estadounidense había abordado algunos relatos mitológicos en materia de política y seguridad nacional a través del examen de objetos y lugares desconocidos o inaccesibles dentro de las fronteras de su país. En esta  oportunidad, se enfocó en la diplomacia internacional y en lo inquietante que le parece que un grupo de hombres pueda decidir el destino de millones con un apretón de manos.

 

La mirada al sesgo le permitió a Simon aproximarse a más de 70 años de acuerdos de paz, de colaboración económica y política migratoria, de creación de organismos internacionales, pero también de ruptura de relaciones y ocupación de territorios. Todo lo anterior se da mediante la recreación de arreglos florales, objetos insustanciales que el protocolo impone y que atestiguan estas reuniones privadas. Hechas con la colaboración de historiadores y expertos en botánica y ceremonias, las imágenes —expuestas en marcos que recuerdan el típico mobiliario de edificios administrativos— se presentan con información sobre el acuerdo en cuestión, los países signatarios y sus consecuencias en la actualidad.

Taryn Simon, “Cairo Communiqué on International Cooperation for the Protection and Repatriation of Cultural Heritage, Cairo, Egypt, April 8, 2010” (2015)

Algunas de las imágenes de la serie registran bouquets imposibles, arreglos de fantasía que agrupan distintas especies que no florecen naturalmente en una misma temporada y geografía, pero que el mercado global de bienes posibilita en la actualidad. Las fotografías y las instalaciones de flores secas que las acompañan refuerzan la impresión de que la diplomacia internacional no es más que una puesta en escena, un juego de apariencias vanas y perecederas.

Taryn Simon, instalación de Central North Island Forests Land Collective Settlement Act 2008 (Treelords),Beehive Banquet Hall, Wellington, New Zealand, June 25, 2008.” (2015)

Está claro que Taryn Simon no es una fotógrafa marginal —“Paperwork and the Will of Capital” se expuso nada menos que en la galería Gagosian, en Nueva York, y fue publicado en formato libro en 2016, siendo recibido con similar entusiasmo por la crítica y el mercado. Su abordaje investigativo, su sofisticado cuestionamiento de las narrativas dominantes a través de una mirada al sesgo, a los detalles en apariencia insignificantes que constituyen el ADN de la historia, son motivos suficientes para considerar este trabajo una lúcida referencia. El taller de “Historia(s) marginal(es) de la fotografía” explorará especialmente el trabajo de mujeres que, como Rosalind Franklin, expandieron inadvertidamente los límites de la disciplina.

Rosalind Franklin, “Fotografía 51” (1952)

Escrito por: Juan Peraza Guerrero – https://jpgenrgb.wordpress.com/

Referencias:
– Jennings, M. (1987). “Imágenes dialécticas: la crítica literaria de Walter Benjamin”. Nueva York: Cornell University Press.
– Simon, T. (2016). “Paperwork and the Will of Capital”. Nueva York: Gagosian y Hatje Cantz Verlag GmbH & Co KG.

JUAN PERAZA GUERRERO

es parte del equipo docente de Turma. Su taller, Historias Marginales de la Fotografía recomenzará el próximo verano.
Para más información escribinos a educación@somosturma.com