LIBRO-CUERPO-TEJIDO

Alfonsina, el extraño caso de una confusiva

 

Presentamos un libro de múltiples caras, íntimo y social, ligado a la danza y al lenguaje del cuerpo, la transmisión de repertorios que se inscriben, expanden y viajan de generación en generación: Alfonsina, el extraño caso de una confusiva, de Paz Marín*.

Alfonsina… es un libro hecho con el cuerpo. Charlamos con su creadora, que realizó un proceso de experimentación con la danza y el movimiento, para la exploración de la imagen y la palabra;  Alfonsina… surge con un hilo rojo que atraviesa e invita a la creación de la lectura.

 

*Paz Marín (Chile), artista visual y bailarina, co-dirige el taller EL TEJIDO DE LA MEMORIA, junto a Romina Resuche, que se realiza el 6 y 13 de febrero 2020 durante la programación #veranoexperimental

El libro se consigue a través del correo alfonsinaconfusiva@gmail.com

La libertad y el movimiento en el uso del lenguaje y la imagen hilvanan una poética que mezcla giros de la literatura infantil, los juegos de ingenio de los libros de Alicia, la poesía de Mallarmé, los montajes de palabra e imagen del Dadaísmo y la poesía surrealista. Sobre todo la poesía negra de Artaud, que lleva el lenguaje al grito, y ejerce el vertiginoso descenso en las profundidades del yo. Reúne lo poético, la confesión, la protesta, el humor, los espasmos de dolor, el grito y sobre todo: la pregunta. El cuestionamiento de los modelos de conducta, de comportamiento y coreografías de la corporalidad.

 

Es un libro que señala el disciplinamiento del cuerpo a través del discurso de la ciencia, la medicina y la salud mental.

 

Alfonsina pone de relieve y cuestionamiento los discursos hegemónicos a través de un armado coral trazado desde la literatura infantil, el archivo policial y el género fantástico; atraviesa los géneros literarios para desarmarlos y mudarlos.

 

El libro es transdisciplinar: es una obra hecha de fotografía, tejido, danza, teatro… el dipositivo-histórico ‘libro’ que se encuentra en la biblioteca es parte de un entramado mayor, hecho de reuniones, encuentros, investigaciones, visitas al médico, talleres de creación colectiva y terapéutica. Fueron procesos de trabajo y búsqueda simultáneos: en el campo de lo escénico-teatral con la compañía escénica La Kabrank, los talleres de fotobordado y archivo familiar y el proceso de realización del libro. Hilos paralelos que conforman una misma trama-proyecto. Podría pensarse que este fotolibro es parte de una obra mayor artístico-vital: Alfonsina, el extraño caso de una confusiva, que solo se entiende desde la transmedialidad y la performatividad.

 

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Resulta una crítica al ‘tratamiento’ social en términos de salud mental y la estigmatización y represión del cuerpo. En cambio la danza, el teatro, el arte visual y la literatura son herramientas terapéuticas y de conexión – ligación con el mundo para alcanzar otros reconocimientos, saberes y percepciones. El libro es liberador.

 

… de las imágenes surgirán no solo revelaciones sobre el cuerpo psicológico y físico, sino también descubrimientos de las potencialidades mentales de los seres humanos. Los descubrimientos futuros sobre el inconsciente revolucionarán la historia de la raza humana.

Nise Da Silveira

 

 

 

IMAGEN, TEXTO, CUERPO

 

Entre el fotolibro, el libro-objeto y el libro de artista, la trama de Alfonsina… está hecha de imágenes, palabras y el hilo, que teje una red de relaciones con múltiples relatos, pero que principalmente narran la historia de una niña: Alfonsina, quien es estigmatizada por tener una ‘enfermedad’ que se basa en hacerse muchas preguntas. La sociedad la encierra y luego desaparece.

Además de ser una historia sensible y cuidadosamente contada, hay una fuerza que reside en la visualidad de las palabras y su baile en la hoja, en la maquetación de página y la narración del relato, a través de imágenes fotográficas. Hay un intercambio de relaciones imagen–texto que arma una poética lúdica, subvirtiendo órdenes de lectura y apostando por una participación activa de quien mira y lee, que aquí significan lo mismo.

Y luego, claro, la dimensión táctil: por fuera de la superficie de la página. Hilo y aguja, y la mano, el cuerpo: la costura. En cada página, está el tiempo que lleva cada puntada, el ejercicio de la tejedora, que además se presenta como una invitación a continuar (con la aguja atravesando la imagen). Y además, el movimiento gestual de la mano lectora a la hora de descubrir el libro y sus textos, son parte de la coreografía propuesta.

LA OTRA

Hay un sobre en el libro que contiene fichas médicas. Las mismas corresponden a personajes ficticios, cuyas ‘biografías ‘ se leen desde un grotesco soaz (como diría Baudelaire) a partir de una lectura a contrapelo e irónica que desprende una conciencia sobre la construccion de la otredad en el discurso de la ciencia médica y el posterior disciplinamiento a través de su voz de autoridad. Lo que sale a la luz a través de la risa es también una crítica directa a la fotografía que Susan Sontag entiende a grandes rasgos «de vigilancia»,  y que Alan Sekula detalla e historiza en El cuerpo y el archivo, donde realiza un análisis de la fotografía dentro de la criminalística y las corrientes de frenología que todavía operan hoy día. La catalogación-categorización y atribución de significados al cuerpo que realiza el capitalismo para la distinción de ese «otro» indeseable, fuera de la norma.

Michel Foucault en La locura en la época clásica, muestra cambios historiográficos dentro del discurso de la medicina y el ejercicio represivo sobre los cuerpos, especialmente para con la figura del loco o en este caso: la loca. Porque también hay que marcar que Foucault ‘olvida’ distinguir géneros en su tratado; a pesar de que analiza sobre todo el caso de la Salpêtrière, no aparecen registros de una investigación comparativa ni un análisis pormenorizado de las distinciones de ‘la loca’ sino solamente en relación a la histeria (según el análisis de Freud). La ‘loca en el ático’ es un arquetipo de la literatura, especialmente de la novela decimonónica dirigida a mujeres, y particularmente en el caso de la escritoras victorianas (donde quienes escriben, son mujeres), puede ser productivo para pensar Alfonsina…. Sandra Gilbert y Susan Gubar identifican este personaje y escriben un ensayo feminista: ‘Madwoman in the Attic: The Woman Writer and the Nineteenth-Century Literary Imagination’. En este ensayo explican a la loca del ático como ejercicio catártico de todas estas autoras, que utilizaban a la loca para poder ilustrar rasgos de locura, pasión desatada, furia animal, frustraciones cotidianas o falta de sentido vital sin ser tachadas ellas mismas de histéricas. Mediante el uso de las locas y la escritura, las mujeres pueden dar rienda suelta a las fantasías y conseguir la liberación de la sociedad que las clausura.

 

Además, desde el título nos hace pensar en Alfonsina Storni. Leído desde múltiples maneras, nos trae a la escritora-tejedora de mundos y cara de todos esos deseos y pasiones reprimidas, historias veladas subterráneas que corren por la sangre y la carne, y se traducen en un baile de imágenes y palabras sobre el papel.

 

 

 

 

Fotolibros que desbordan las páginas

Sección destinada a la investigación y difusión de fotolibros cuyas dimensiones se expanden de la superficie lisa y llana de la foto y la página, para abrirse a la dimensión del cuerpo, la performance, intervenciones sociales en expansión física y vincular, afinidades electivas.

Donde el libro es puente, transacción e intermediación entre personas, afectos y actos de intervención, invención y creación colectiva.

reseña por Guadalupe Arriegue

Alfonsina, el extraño caso de una confusiva

Autora Paz Marín

Edición Pablo Concha
Diseño Ediciones Granizo y Ediciones Navaja

Encuadernación Bresky Corporacion y Natureza Renard
Encargos y envíos a todo el mundo: alfonsinaconfusiva@gmail.com

instagram: @alfonsinaconfusiva

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Fotografía & Feminismo

Mujeres que se miran: autorretratos y declaraciones

 

La aparición de la fotografía a mediados del siglo diecinueve amplía y modifica el campo del arte. Gracias a su relación directa con el sujeto representado, se instala en la conciencia colectiva como prueba de algo, evidencia gráfica y confiable. Desde este punto de vista, el autorretrato fotográfico tomado por mujeres, es un refuerzo testimonial de la propia presencia.

 

Las autoras buscan asentar la existencia femenina en material visual, ante su fragilidad social.

 

La iconografía femenina se plantea muchas veces desde la proyección de una mirada masculina, y es necesario deconstruir estos estereotipos para poder desafiarlos. Las autoras se descubren como sujetos y como modelos, abriéndose posibilidades representativas nuevas y revolucionarias.

Primera entrega de la serie MUJERES QUE SE MIRAN – AUTORRETRATOS & DECLARACIONES, que comprende un recorrido visual y textual por imágenes autorreflexivas, realizadas por mujeres.

 

 

Alice Austen y la performance de masculinidad

El autorretrato de Alice Austen Dressed up as men data de 1891. En él, junto a sus amigas Julia Martin y Julia Bredt, se exponen ante la cámara con vestuario masculino y actitudes acordes a éste, y marcan un desafío a las costumbres de la época al tomar para ellas mismas todos los roles activos de la imagen: no solo asumen visualmente un aspecto masculino a modo de juego, sino que toman también en sus manos el papel de ser quienes realizan la captación de la imagen. El rol barthesiano del Operator, sujeto mirante, realizador de la selección del recorte del mundo que será contenido en la fotografía, se funde con el de la modelo, usualmente vista como pasiva, como alguien que realiza a la imagen poco más aporte que un objeto inanimado. Austen encarna en sí la masculinidad a través de la puesta en escena performática de sus aspectos exteriores, tanto desde la vestimenta como desde la actitud de sostener un cigarrillo, ya que el fotografiar mujeres fumando era ilegal en ese momento. La fotógrafa se despoja de esta complicación legal fotografiándose como un hombre que fuma.

Para este momento, el desarrollo de la técnica fotográfica permite un grado de comodidad a quienes la usan. Sin embargo, acceder a una cámara y tener los medios y la instrucción para su manejo, y el posterior revelado de las imágenes, era algo aún exclusivo y que requería un cierto poder adquisitivo. Tal vez este mismo poder adquisitivo, que Austen posee como heredera de una moderada fortuna, es el que posibilitó estos juegos estéticos y simbólicos que entretiene la fotógrafa en sus tomas. Austen era reconocida en su ambiente por su independencia, siendo no solo una de las primeras fotógrafas reconocidas de los EEUU, sino también la primera mujer en la zona en poseer su propio auto. Ella se fotografía también en varias ocasiones acompañada por su pareja Gertrude Tate, con quien compartió gran parte de su vida. Es en esta misma época, entre mediados y fines del siglo diecinueve, que el movimiento feminista comienza a sentar sus bases, con reclamos que buscan situar a la mujer como sujeto de derecho en los estados desarrollados, y establecerla en un lugar social de mayor paridad ante los sujetos masculinos.  

El momento en el que Austen toma esta imagen coincide con aquel en el que Susan Sontag dice que “se esperaba que las fotos fueran imágenes idealizadas […] una fotografía bella es la de algo bello, como una mujer o un crepúsculo”. En el caso de esta fotografía, la belleza buscada se aleja de las expectativas sociales y se centra en los ideales propios de su autora y su grupo social, y se inspira más en una idea lúdica y queer que en una estética concreta. La propia Austen, al reencontrarse con la imagen en 1951, declaró  “quizás éramos más guapos como hombres que como mujeres”, dando a entender que en esta obra estaba presente de hecho una idea personal de la belleza, alejada de la normatividad.

Texto= Mora Vitali