LA FOTO RECOBRADA

PALABRAS DE UN ARCHIVISTA: EN LOS BORDES DE LA FOTOGRAFÍA Y LA LITERATURA, LA HISTORIA Y LA FICCIÓN

 

El investigador y conservador de archivos de fotografía Luis Priamo nos comparte una narración que escribió en Malabrigo, Santa Fe, luego del recorrido que hizo durante diez meses por esa provincia investigando archivos: un trabajo de campo con fotografías, entrevistas y otros relevamientos.

 

El informe completo fue publicado en el dossier de TAREA-UNSAM : click aquí para acceder

Priamo, Luis. “Investigación histórico-fotográ–ca en la provincia de Santa Fe, 1988-1989. Proyecto e informe –final”, TAREA 6, pp. 38-63
Félix Corte Toldería de aborígenes tobas reducidos pertenecientes a la tribu del cacique Juan Chará. San Antonio de Obligado, Santa Fe, 1887.
Biblioteca «Pablo Vrillaud» de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad Nacional del Litoral.

La foto recobrada

Luis Priamo

Malabrigo. Frontera del Gran Chaco en otros tiempos. Campos trabajados hoy en día: paraísos, palmeras, trigo y soja. Se llega a la pequeña ciudad por el camino central que desgaja de la ruta 11. Alineados a su vera, amplios techos de tejas coloradas y pendiente suave bajan desde el pecho de gruesas chimeneas, le advierten al recién llegado que allí hay plata y anacronizan el nombre amargo que los abuelos fundadores le pusieron a su pueblo.

 

En la llanura gringa donde nací, en la infancia mía, todo esto era el norte: paisaje entreverado de quebrachales, hacheros esclavos, rostros morenos, duelos criollos, miseria y vino. Tierra de negros confundida con el Chaco. Ahora sé que fueron suizos, italianos y alemanes llegados de la llanura central los que fundaron y habitaron este pueblo por 1890. Con el tiempo levantaron un próspero escenario de chacras familiares en la tierra llana de palmeras y chañares desde Romang a Reconquista, entre el límite de bosques y el río Paraná. Hay muchos rostros colorados, como en los pueblos míos, pero en las voces canta la tonada y el arrastre que compuso el mestizaje con la costa correntina.

 

Llegué buscando antiguas fotos del lugar y me llevaron hasta Félix Spontón. En todo el noreste el apellido se conoce: Spontón, familia fundadora, fértil, pía. Dos monjas y dos curas señala Félix entre los veinte descendientes alineados en la tenue protofoto familiar. Uno, el padre Luis Spontón, tío de Félix, se aficionó a la fotografía en su primera juventud y le duró hasta grande. Para ver la caja de fotos familiares que guarda algunas de sus copias hay que llegarse hasta la casa paterna de los Spontón, al sur de Malabrigo.

 

“Está cerca –dice Félix–. Vamos con ésta… si se animan…”

 

Su vieja camioneta nos lleva por campos de sequía. El verde es cromo, el cielo azul, la tarde calma. El polvo que se alza detrás nuestro baja lento y luminoso. Hablamos de los viejos tiempos, tema obligado pero no impuesto, sino grato. El tiempo de antes, cuando todo esto era frontera, cuando llegaron los colonos a desmontar y sembrar, detrás del ejército y el ferrocarril. Tiempos bravos. “Estaba prohibido tener miedo –dice Félix–. No era para flojos”. Su estilo es bonachón pero despunta, en él también, la tentación por las historias fronterizas de coraje belicoso, macho. Tentación folklórica cebada, tal vez, por la presencia del recién llegado de las ciudades del sur, de lo cómodo y lo flojo.

 

“Una vez, yo tenía doce años y le escuché contar a un hombre de acá, don José Faccioli…”, comienza Félix. En el patio de la iglesia de Malabrigo, una tarde, estaban don José Faccioli, el padre Luis Spontón y él, calladito. Don José contó que la chacra de sus padres fue de las primeras en todo Malabrigo (“Y es verdad –agrega Félix–, porque eso lo contaba mi padre también”). En ese entonces él tenía veinte años. Trabajaban de la madrugada hasta la noche. La misa del domingo, muchas veces, la pasaban detrás de los bueyes. Dos bueyes, dos alhajas: los únicos animales de tiro que tenían. Una noche se los llevaron los indios. Robaron caballos y bueyes de varios colonos de la zona. Para los Faccioli, para todos los colonos, perder los bueyes era perder la cosecha, la tierra, todo. A la madrugada formaron una partida bien armada y salieron a batir el monte para recuperar los animales.

 

Los ladrones no iban lejos. El rastro era claro. Al mediodía una pequeña columna de humo salió de entre los árboles, a la distancia. Campamento, escribió en el cielo, y allá volaron los colonos. Cuando rodearon a los indios comprendieron su descuido de acampar tan pronto: huían con las familias: viejos, mujeres y niños. De inmediato comenzaron a matar.

 

Don José no relató el asalto, ni detalló la cantidad de indios que había o que mataron. Estaba urgido y fue breve. Cuando terminó el tiroteo él y otros colonos, los más encarnizados, entraron al campamento. Los indios que pudieron escapar se perdieron en el monte. Dejaron todo, también sus muertos y heridos, que los colonos remataron. José Faccioli dio vuelta a una india tirada bocabajo, para asegurarse de que estaba muerta, y escondido, cubierto por ella, apareció un bebé desnudo, callado, con los ojos abiertos, prendido al pecho de la madre como si fuera un caracol (la imagen fue de don José). Faccioli alzó el winchester y le aplastó la cabeza de un culatazo. Luego se explicó: estaba furioso, si perdían los bueyes lo perdían todo, tenía la sangre caliente por la pelea, estaba ciego, era joven… Fue un corto alegato antes de pedir, tal vez, sin saberlo, su absolución. Tenía ochenta años.

 

“¡Qué será ahora para mí, padre…?”

 

Félix Spontón recuerda que miró a su tío y esperó: “Pero el tío Luis no pudo contestarle nada…”

 

Diez días después, en Vera, una mujer me habló de dos fotografías horribles guardadas por su padre. Fotos de indios muertos y amontonados después de una pelea, tomadas por el ejército de línea cuando limpió el monte de chusma –documentos de trabajo para expedientes y fojas de carrera–. Ella las descubrió cuando murió su padre y, por respeto, las guardó con las demás. Pero cada vez que quería recordar al difunto y volvía a sus fotografías, esas imágenes espantosas se interponían y trastornaban el reencuentro. Con el tiempo, el asco reiterado fue más fuerte que la lealtad hacia las cosas del muerto y las rompió. Así, la memoria de todos perdió otra epifanía.

 

Enseguida recordé el relato de Félix Spontón y pensé en el recuerdo de José Faccioli, el recuerdo de su crimen, como una más de aquellas fotos del gran crimen, ahora rotas y perdidas. La que él llevaba en su mente tenía al bebé indio en primer plano, con los ojos abiertos, mirándolo. Una mirada que el tiempo y la culpa, tal vez, hicieron implorante. Sesenta años pasó Faccioli mirando esa foto interior, nunca amarilla ni desvanecida. Cuando él la describió en confesión estremecida al padre Luis Spontón no sabía que la estaba entregando a la memoria de Félix Spontón, que tampoco pudo tirarla jamás y la veía, cuarenta años después, tan nítida como aquella tarde. Tanto como yo la vi, en otra tarde, también inolvidable.

 

Ahora entrego esta reproducción con el ánimo de compartirla. Al fin y al cabo en eso andaba yo: buscando fotos viejas para el recuerdo común.

 

 

Malabrigo-Buenos Aires, 1989.

Este trabajo fue publicado por primera vez en 1989 en la revista Fotomundo

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ECLIPSE DE SOL

FOTOLIBROS DESTACADOS DE LA BIBLIOTECA

 

Eclipse de sol es una publicación hecha en Lima a base de collages y fotomontajes. Su autor Héctor Delgado trabaja también con videoarte y la imagen-movimiento; tiene que ver con ello que la secuencia de Eclipse de sol resulte una narración del tipo guión cinematrográfico, dividida en capítulos que, tal como refiere, linda los límites de la realidad y la ficción (si es que todavía tiene sentido esa división). En un mundo distópico y descoyuntado -que, como toda obra de ciencia ficción, es terriblemente real- unos personajes viven en el absurdo y el miedo y el presidente  muestra su mejor cara en época de elecciones, mientras que por debajo de la mesa ya vendió el país a las grandes corporaciones. Cualquier semejanza con la realidad es pura coincidencia.

 

Conozca Eclipse de sol, una publicación que mezcla el terror y el grotesco y provoca la risa más oscura, la del cómico feroz -como diría Baudelaire- y la de los fotomontajes político-retóricos de Heartfield.

Los fotomontajes y collages de Héctor Delgado nos hablan, como los de Heartfield en los años de asunción del nazismo, del presente. Una lectura soaz e inteligente sobre la realidad política, social y económica.

Un relato político, poético y visual. Una distopía a doble página, que nos viaja por la tradición de la imagen como expresión política.

IMAGEN Y TEXTO

Se inscribe en la poética dadaísta, que une la imagen con el texto literario. Este actúa desde la “función de relevo”, como diría Barthes, del mensaje literario que se da en la página de una publicación gráfica, similar a los títulos de las películas mudas o en el comic. El texto en los montajes de Eclipse de sol, no solo lleva y hace avanzar la acción de la diégesis del mensaje total, sino que trae por delante la poesía y la abertura de la palabra a la multiplicación de sentido, en relación con la imagen: la poesía visual. La única relación de anclaje (Barthes) lingüístico es en el clima de terror y opresión, pero no en una sola idea o concepto cerrado. Guían en la lectura y las visiones dentro de significaciones y atributos, que son abiertos, tiemblan y desestabilizan, terribles como la realidad.

Eclipse de sol

link al sitio web

Fotomontajes / Collage sobre papel
Impresión offset tinta negra sobre papel periódico
Tiraje 300
Terminado de imprimir en el 2017
144 páginas

ver libro completo

imágenes y textos de la publicación = Héctor Delgado

reseña y fotos del libro = Guadalupe Arriegue

Este fotolibro se puede visitar en la biblioteca de TURMA: hay que agendarse en biblioteca@somosturma.com.

La biblioteca de TURMA es un centro neurálgico de ideas y un espacio de encuentro.

Este fotolibro participó de la última edición de FELIFA – Festival de Libros de Fotografía y Afines – en la selección del Premio Internacional a libro publicado

Imágenes y territorios

foto, publicación, verdad y poder

A un año de la reforma previsional, que implica un atraso en términos de conquistas laborales y sociales en Argentina, compartimos el caso de una fotografía tomada por Germán Romeo Pena, que fue atacada (así como su creador) en su carácter documental y de verdad, y luego fue reterritorializada por Cora Gamarnik. El caso habilita reflexiones alrededor del poder de la fotografía según los distintos espacios discursivos que ocupa, donde se evidencian estructuras de poder simbólicas y materiales. También la alianza estratégica entre fotógrafxs e investigadorxs en épocas de la posverdad y fakenews.

La toma

Germán Romeo Pena, fotógrafo y reportero, fue a la marcha contra la reforma y registró la represión policial ejercida contra la sociedad civil, y armó un álbum que publicó en su cuenta de facebook donde se encontraba la siguiente foto:

Tergiversar el sentido de la imagen: dar vuelta el signo. Fake news y ataques trolls

Germán empezó a recibir comentarios cargados de violencia y mensajes que deslegitimaban la veracidad de la foto, y la imagen circuló por redes figurando como falsa, en grupos de whatsapp y otros medios de comunicación digital. Incluso cuentas falsas en twitter publicaron twitts como el siguiente, donde la nota trucha fue sacada y tergiversada de esta nota de la ANred:

Y hasta en un twitt del presidente Mauricio Macri fue compartida:

Estos mensajes de violencia expresan un discurso coercitivo, donde se esconden operadores de perfiles falsos, los conocidos ataques trolls, una suerte de “punteros digitales” que tiene la Jefatura de Gabinete dirigida por Marcos Peña y que cobran sueldos estatales. Operación que, cómo quedó expuesto en el caso de Cambridge Analytics, busca manipular la opinión pública a través de la combinación de noticias falsas y ya le valió al gobierno una condena de Amnistía Internacional por el ataque a referentes y activistas de DDHH.

 

La posverdad, la utilización de redes, grupos sociales para la generación de odio y violencia, la imposición del miedo para el control de gobierno es la forma en la que gobierna la clase conservadora y opresora. La foto de Germán empieza a ser apropiada por un discurso violento que desligitima y busca modificar los hechos por un discurso manipulador de la información.

 

La investigación

Para defenderse, Germán acude a la dra. en Comunicación Cora Gamarnik, que además es investigadora y docente,  y que había compartido en su cuenta la foto. Ella entiende que, una de las formas de localizar y otorgarle su carácter de documento o huella de los acontecimientos sucedidos en diciembre 2017, es exhibir toda la secuencia de fotos. Donde se ve la acción y el acontecer de los hechos.

Además, Cora se pone en campaña para buscar más fotógrafxs que estaban cubriendo la misma escena para ver el mismo acontecimiento desde distintos ángulos. A partir de ese pedido, que también fue por redes, el fotógrafo Dionisio Dennis envió otras fotos valiosas para desenmascarar la manipulación de los trolls.

La investigadora, con la secuencia completa, muestra toda la serie, no una porción de segundo sino varias; que muestran en el devenir, el accionar de la policía que amedrenta a un señor mayor, mientras este se cubre con el abrigo.

 

Cora entiende que la evidencia, la prueba tiene que ser completa; porque la foto no funciona sola o lábil. En los espacios discursivos en que se inscriba, en este caso el ciberespacio es desterritorializada y reapropiada, descreída y desconfiada. Mientras que la saga completa –el crudo y no la edición del fotógrafo de “la” foto– es lo que cuenta acá.

«Al haberme mandado Germán la foto en alta pudimos ampliar, recortar y ver la risa del policía que disparaba. Lo que nos posibilitó probar la acción del goce en la represión que tenían los que disparaban. Y que quede claro que le disparaban al señor para divertirse por el miedo que le provocaban. La foto se transformó en una metáfora perfecta de lo que producía el gobierno con el intento de reforma previsional». Cora Gamarnik

 

Red: la réplica

Distintos medios emergentes, sociales e independientes se hicieron eco de la foto de Germán y la publicación de Cora (ver miradas del centro, la colmena, hemisferio izquierdo). La unión del trabajo de ambxs reapropian el sentido de la imagen, cuyo signo de poder vuelve al origen, que es el de la lucha contra la violencia y el abuso de poder policial e institucional en argentina contemporánea.

La foto de Germán es una metáfora visual que muestra cómo dentro del recinto, senadorxs  aprobaban una ley de reforma laboral que atrasa en derechos para trabajadorxs mientras que afuera del Senado, las fuerzas de (in)seguridad ejercían la violencia reprimiendo con ensañamiento, con un accionar violento que alcanza hasta el goce y el disfrute, como se ve en la foto que resalta Cora. Eso se llama tortura y es una forma de opresión que anula la alteridad.

 

El accionar de la policía está habilitado por orden de la ministra de seguridad Patricia Bullrich, en el marco de un gobierno que no cesa de habilitar este tipo de accionar impune de las fuerzas represivas, recientemente con la resolución que hace ley el gatillo fácil.

Este caso muestra lo que puede hacerse (en investigación en general y en las redes en particular) cuando hay solidaridad, cooperación e interacción entre fotófrafxs e investigadores. Cada uno por sí solo no podría haber revertido este intento de manipulación.
«Creo también que esta cooperación es una de las formas que tenemos de combatir las fake news en épocas en que la post-verdad te puede hacer ganar o perder una elección».

Escrito por Guadalupe Arriegue

web / ig

Un diciembre nuevo

UN FOTOLIBRO, UN OBJETO

Reseña del libro 88 pedazos de Federico Paladino, co-publicado por La Balsa editora y F.E.A. (Frente Editorial Abierto)
Acompañado de: una flor de yuyo

If you hold the stone
hold it in your hand
if you feel the weight
you’ll never be late
to undestand
 
 
Si sostenés la piedra
sostenela en tu mano
si sentís el peso
nunca vas a estar tarde
para entender
 
Caetano Veloso

 

 

Una serie de manos sostienen piedras a tamaño real, impresas en blanco negro.

Las piedras en la sucesión de páginas empiezan a convertirse en otras cosas, amorfas, miles de signos. Mientras la mano, incólumne, sostiene.

Esa mano significa poder: el puño hacia arriba. Sostiene piedras. Miles de acepciones.

 

Hay que sostener, nos dice el libro de 88 pedazos.

 

Un pedazo de piedra, es un pedazo de civilización, un pedazo de pared, un pedazo de ciudad, es materia, un fósil,  el tiempo.

 

Sostener el libro y viajar por sus páginas, es la repetición y la particularidad en el un-todo-igual. Invita a empezar a prestar atención en esa(s) piedra(s); la universidalidad y la particularidad.

 

El libro no cuenta directamente la procedencia, la historia del recolector de esas piedras; su referencia aparece soslayadamente en una serie de datos abajo a la izquierda de cada doble página. El código para descrifrar, los metadatos de la imagen. Como una ficha técnica, como un código de normalización y catalogación. La ubicación espaciotemporal aparece como un subtexto ahí presente,  sutil, que indexa.  A quien lee la imagen y quiere acceder al dónde, cómo y cuando, le queda investigar… como cuando se busca la forma de acceder a algo oculto de un videojuego en revistas especializadas, el boca en boca o en internet.

 

Pongamos la solución a mano. El recolector de fotos tiene coordenada específica: las piedras fueron foteadas el día de la aprobación de la reforma laboral en diciembre 2017, una ley de retroceso en las leyes de lxs trabajadorxs del país. En la web del fotógrafo-recolector-editor explica:

El 18 de diciembre de 2017 se efectuó una sesión del Congreso Nacional para aprobar una ley que entre otra medidas, reducía significativamente el ingreso jubilatorio. Durante 4 o cinco horas muchos manifestantes y organizaciones tuvieron un enfrentamiento a pedradas con la policia que rodeaba el Congreso e intentaba expulsar a las personas de la plaza central. Hice un registro de algunas de las miles de piedras que volaron esa tarde y que fueron retiradas horas después durante la madrugada.
El libro contiene 88 imágenes de registro de los restos.

El libro nos habla de la memoria, de la manifestación colectiva, del tiempo y lo que permanece. Los pedazos son los de la historia, son un recuerdo, una revisitación. Son el repertorio de nuestra memoria, transmisión de sentido. Sostener el peso de las 88 piedras – dos veces infinito-, guardar, recopilar esas imágenes. Editarlas, imprimirlas y publicarlas. Volverlas a ver. El libro dispara la idea de sacar cada página de la encuadernación para montar todas las piedras en el espacio otra vez, de la mano del recolector-editor de imágenes, que nos trae los restos de otro diciembre de nuevo ahora.

88 pedazos

Federico Paladino

La Balsa ©
F.E.A.
180 páginas
16x22cm digital printing
150 copias

Podes acceder a la descarga gratuita del libro en su edición de lectura y reimpresión en www.frenteeditorialabierto.com.ar

Texto & fotos = Guadalupe Arriegue
web / ig

Este fotolibro se puede visitar en la biblioteca de TURMA: hay que agendarse en biblioteca@somosturma.com.

UN FOTOLIBRO, UN OBJETO

En el cuento Tlön, Uqbar, Orbis Tertius, Jorge Luis Borges inventa un concepto que titula Hronir. Un hnorir viene a ser un objeto que se encuentra en el ficticio mundo de Tlön y que es cualquier objeto que surge a partir del deseo. Allí cuando un objeto es buscado intensamente, siempre se lo halla, porque la voluntad modifica la realidad, o la inventa. El mero deseo produce el objeto. Todo lo que es imaginado, es posible de aparecer.
Inspirados en este concepto, la sección Un fotolibro, un objeto propone una reseña de un fotolibro en donde se proponga la lectura del mismo acompañado de un objeto. El objeto potenciará la lectura del fotolibro y abrirá otros caminos que este alberga.

NO RENUNCIAREMOS

RESULTADOS CONVOCATORIA 1er ANIVERSARIO TURMA DE FOTOGRAFÍA

 

NO RENUNCIAREMOS


Queridxs fotógrafxs, recibimos muy buenos proyectos, así que lo primero es agradecerles a cada uno su participación.

El proyecto seleccionado para ser publicado es “Quemadas” de Belén Grosso y Sebastián Pani y seleccionamos además los siguientes trabajos que serán proyectados el día de la celebración del aniversario de Turma:

Melisa Scarcella – Vivas nos queremos

Candelaria Magliano – Im-propias

Anita Pouchard Serra – La comunicación no es una mercancía

Vivi d’Amelia – Lohana

Jorge Piccini – Antes de los aplausos

Facundo Geli – Los rostros guardados

Sebastián Losada – Rostros del horror

Leo Vaca – N1

M.A.F.I.A. – En las calles

Sado Colectivo fotográfico con dos trabajos – El triunfo del EsteLos rastros de la ausencia – 10 Años sin Julio López

 

 

Por supuesto, estarán todos invitados. ¡Los mantenemos informados!

Felicitaciones a los seleccionados y nuevamente ¡gracias!

El triunfo del Este. Foto: Sado Colectivo Fotográfico

A principios de mayo, la Corte Suprema de Justicia de la Argentina habilitó el beneficio del 2×1 a Luis Muiña, un represor que operó durante la dictadura cívico-militar. La aplicación de esta Ley, que ya había sido derogada en el 2001, permitía a los imputados, conmutarles doble los días que pasaron sin condena firme, a partir del segundo año.

La amenaza ante el retroceso que hubiera significado la aplicación de la ley del 2×1, y la liberación anticipada de condenados por crímenes de Lesa Humanidad, provocó un contundente rechazo social. Esta reacción colectiva, nos dejó a todos la certeza de que hay ciertos lugares a los que llegamos y desde los cuales solo queremos avanzar. 

Tomando como puntapié esta experiencia, queremos trasladar ese punto de inflexión a todos los ámbitos de nuestra vida -personal, familiar, profesional, afectivo, político, social- que significan una conquista para nosotros, y de los cuales no estamos dispuestos a renunciar. Los invitamos a enviar ensayos fotográficos que den cuenta de esto.

 

 

LINK AQUÍ PARA VER LAS BASES DE LA CONVOCATORIA

Zona V

FOTOLIBROS LATINOAMERICANOS

Crónica del libro Zona V, de Diego Vidart

Publicado por el Centro de Fotografía de Montevideo (CdF), Zona V es el último libro del autor uruguayo Diego Vidart. El libro esta conformado en su totalidad por fotografías de un personaje con una insistente camiseta gris, registrando con su cámara de fotos los grandes paisajes norteamericanos del Oeste. Es una publicación de formato mediano: ni muy grande, ni muy pequeña. Igual con la cantidad de páginas e igual con sus pretensiones. Porque en Zona V no importa el tipo de papel ni su calidad. Tampoco importa (mucho) la impresión – aunque quizás este sea el único vértice mejorable del libro-.

Es una publicación absolutamente recomendable en donde el proyecto se soporta idealmente en todas las decisiones que el autor ha tomado para traducirlo en formato libro.

La V en la portada podría ser un cuello de camiseta, un cinco en números romanos o la V de Vidart. El gesto nos deja claro que estamos ante un libro donde lo espectacular estará escondido en la síntesis. Zona V es uno de esos proyectos que logran un enigmático balance entre concepto y sensibilidad y que nos hacen, de una manera oximorónica, pensar con el corazón.

En un constante juego de metatextos y símbolos, Diego fotografía a su padre fotografiando paisajes, en un viaje alrededor de Estados Unidos. Es un viaje físico, pero que funciona también como biografía personal del autor y como historia reducida de la fotografía general. Hay un hombre, con su remera gris medio y su deseo de fotografiar, que se convierte en símbolo. Y ahí esta su hijo, que lo documenta para hacerlo estallar en potencial narrativo y conceptual; y en el medio la historia y los grandes fotógrafos que la acompañan: Adams, Weston, Friedlander…

El libro es una crónica sensible de la relación entre un padre y un hijo, o un aprendiz y un maestro, o dos sencillos colegas, y el amor que ambos tienen por la fotografía.

En el medio se encuentran: el medio es el mensaje.

Pienso ahora, que voy terminando esta reseña, que la V en la portada también podría representar el cono de la mirada y quizás Zona V sea sencillamente una reflexión de cómo vemos, y en consecuencia, de cómo fotografiamos…

El libro Zona V se puede consultar en la biblioteca de TURMA

Tapa semi rígida.
62 páginas.

Junio 2017

CdF Ediciones
500 ejemplares

Fotografías: Diego Vidart
Edición: Fosi Vegue
Diseño: Jaime Narvaéz
Texto: Facundo Ponce de León
Imprenta: Gráfica Mosca