Todos los veranos fueron felices

Para el club de lectores por

Algunas preguntas y otras reflexiones sobre el libro

Para el club de lectores por Flor Cosin

Todos los veranos fueron felices, el nuevo libro de Eduardo Carrera, (La Discreta)
insiste en el viaje, en las partidas. Como una metáfora del tiempo, del acontecer de
la vida que insiste, pero que pareciera también estar en peligro. Aun así, el libro
bordea siempre la belleza de lo nimio. Lo breve y lo simple marcan el tempo de
estos veinticinco textos y veinte fotografías en blanco y negro.
Eduardo Carrera escribe doblemente: en un blog que deviene en libro; en una prosa
que también es poética, con palabras y con imágenes; en libretas luminosas y en
libretas del dolor.

1. Textos breves y sencillos que narran la muerte del padre, la de la Osa, las casas que un día se
dejan, un malvón que hecha raíces y que más tarde da flores rojas, una mujer a la que se espera.
Pareciera que al narrar estos hechos se aceptan tal cual fueron. También pareciera que hay un
sentimiento de gratitud con la naturaleza y con lo propio ¿Sentís que este libro tiene que ver con
aceptar y agradecer?

Sí, definitivamente. Cuando tenía cinco o seis años, un día fresco me sentí agradecido con el sol
que me daba en la panza. Tomé nota de eso y de que había cosas que agradecer. Con el tiempo
me di cuenta de que en esa lista no había nada excepcional, raro o infrecuente.

2. ¿Es cierto que tiras las libretas dramáticas y que tenes otras libretas de proyectos, viajes y
mañanas luminosas?

Sí es cierto y me da un poco de vergüenza (risas). Este año tiré el Cuaderno informal del dolor,
donde fui registrando los pormenores del año más triste y desesperado de mi vida. Con sólo ver la
letra alguien podía adivinar un poco de qué iba. Al principio se iba a llamar El duelo y la
melancolía, pero me pareció muy literal y todo esto de los cuadernos es un juego impregnado de
humor. Este año, además, empecé el Cuaderno del maestro y el alumno, donde persigo
conocimientos que me cuesta encontrar en instancias disponibles para mí de educación y
aprendizaje. El de las Mañanas luminosas es un cuaderno precioso hecho a mano que me regaló
Julio Fuks. Me costó empezarlo de tan lindo que es.

3. ¿Cómo es la experiencia cotidiana de escribir, imagino, en varias libretas a la vez? ¿No se
entrecruzan los textos? ¿Podría suceder que un texto escrito en la libreta dramática luego
devenga en un texto luminoso?

Por supuesto que se cruzan los géneros, las caligrafías, los temas, etc., etc. En Mañanas luminosas
escribí: Podría llorar ahora mismo si quisiera, pero no dejaba de ser un momento radiante.

4. ¿Cómo es para vos la experiencia de la escritura? ¿Escribís otros tipos de textos, cuentos, novela?

De chico escribí cuentos y un poquitito de poesía, de joven también periodismo. Pero en los
últimos años, más allá de algunos pequeños textos sobre obras ajenas (prólogos de libros, reseñas,
comentarios) me limité a escribir estos textos muy breves en mis libretas y en un blog que
mantuve durante algunos años y que me ayudó a encontrar un tono y algunas estrategias.

Siempre en paralelo al trabajo con imágenes, que es o era el canal principal. Me encantaría
abrirme a otro tipo de escritura. No lo descarto, no sé si podría.

5. Algo de los universos literarios de Capitulo Primero de Briante, en Salud y de La balada del álamo carolina de Conti, me resuenan en tus escritos, ¿lo sentís también así?

¡Salgo corriendo a buscar ese cuento de Briante! La balada del álamo carolina por supuesto es un
referente de lo que hago y me encanta que se note.

6. ¿Cómo se entrecruzan en este libro y en tu vida en general la palabra escrita y la fotografía?

Honestamente los siento casi como una misma práctica, voy de un lenguaje a otro sin pensarlo. La
diferencia, si me pongo a buscarla, está en la dificultad o en la naturaleza de los procedimientos.
Cuando escribo siento que empujo como puedo y con muchas limitaciones algo que me excede.
De una primera versión de un texto a veces queda una frase o la pura idea detrás de una salida en
falso. Con las imágenes huelo el aire, sigo mi instinto; no digo que sea fácil, pero casi siempre es
menos mental.

7. Tengo la sensación de que las fotografías se “abisman” sobre algo, sobre el agua, sobre el
horizonte, sobre un borde intangible, imperceptible pero latente. El agua, los animales, las
personas que muchas veces le dan la espalda a la cámara ¿Son fotos tomadas en una misma
época, o hay fotos de tu propio archivo?

Puedo decir, con todas las limitaciones (y la cuota obligatoria de ansiedad que me da ser el autor)
que pertenecen a una misma época y a una forma de hacer fotos que ya no practico. Son el
resultado de una confianza, de salir con una cámara encima pensando que la concentración y el
hallazgo concurrirían a la cita.
No lo digo con nostalgia idealizante ni sintiendo que pude «progresar»; en relación a esa etapa
analógica, toma directa, formato medio, etc. Por un lado, no puedo hacer como que no pasó nada
en el campo fotográfico, no me sentiría cómodo siendo a destiempo un imitador de mí mismo.
Estoy buscando y experimentando nuevos lenguajes, con bastante incertidumbre y más
entusiasmo. Me propuse desentenderme del resultado, no pensar en una “Obra” sino en procesos
y en hacer más allá de la instancia de reconocimiento.

8. El libro toma algunas decisiones particulares con respecto al diseño, como la de no titular los
textos, sino numerarlos y que los títulos aparezcan solamente en el índice. A su vez las páginas no
están numeradas ¿Cómo llegaron a estas decisiones estéticas?

Detrás de esas decisiones están las ganas de hacer un libro al que se pueda entrar en cualquier
momento y por donde sea. Los títulos estaban desde siempre. Adoro los títulos (a veces más que
los textos), esa síntesis que logran algunas tapas de libros y de discos, me encanta el concepto de
«poster», pero sentí que los títulos podían abrumar los textos, condicionar su lectura, por
empezar, así que nunca evalué ponerlos junto a los textos, pero sí al final.
Me han dicho varias veces que es un libro difícil, demandante, mucho más largo de lo que parece…
bueno, si hay un lector o lectora que supera esa dificultad ahí van los títulos al final como un
bonus track. Yo soy un lector de textos arduos, con claves de acceso, escritos para la relectura.
Los números fueron una solución provisoria a la cuestión del orden de los materiales, pero Alicia
Márquez, la diseñadora los ama y es especialista en números.

9. Al volver sobre el libro noto una gran fuerza y presencia del blanco. Las imágenes centradas sobre
la hoja, la pureza del papel. El blanco como un silencio, un descanso o como la metáfora de un nuevo principio, ¿estás de acuerdo?

¡Sí! el papel, los aires y el blanco. En algún punto fue algo deliberado, pero también me parece que
muchas cosas que se presienten, de algún modo ocurren fuera de cuadro.

10. En Flores rojas se narra una breve mudanza, se bordea un peligro, sin nombrarlo del todo. Me gustaría saber sobre la decisión de sugerir, de dejar cierta latencia o suspenso en el texto.

La elipsis de Flores rojas y en buena medida del libro, es el cáncer. Estuve encerrado en un
departamento, aislado por completo varios meses por la cuarentena porque estaba
inmunosuprimido. Yo estaba en mi peso, ni flaco ni gordo, y perdí treinta kilos. En el jardincito del
palacio Gutiérrez planté las verduras que no pude comer, les hice fotos, que más se perdieron en
un revelado fallido, pero lo más probable es que no fueran gran cosa.

En el texto Palacio de hielo había una frase que quité a último momento: El cáncer es un idioma que aprendo con dificultad, pero voluntarioso mientras se va el otoño. Todavía no sé si fue una
buena decisión quitarla. Me dijeron que ese amor impersonal que sentí en el peor momento de la enfermedad, se presenta a veces ante la inminencia de la muerte; siento que también es una forma de agradecimiento.

Aunque los lectores de Todos los veranos fueron felices no sepamos del todo de qué se trata ese
peligro, la poesía y la luz -que quizás sean lo mismo- hacen su aparición una vez más, para
salvarnos a todos, al escritor y al lector. La belleza envuelve las palabras en las imágenes y
viceversa, como el narrador envuelve los vasos de vidrio al llegar a su nueva casa.


Porque Los días son como disparos, pero sueño que crecen árboles.

Flor Cosin

Fotografías de Todos los veranos fueron felices, de Eduardo Carrera.
BIO // Eduardo Carrera (Buenos Aires, 1966) trabaja en proyectos que combinan imágenes y textos, como la producción Museo del Amor y los libros Salud (Bs.As., 2010). Es fotógrafo y productor audiovisual, y ha trabajado como editor, director de arte y escritor en empresas de medios y producción de contenidos. Como docente, ha impartido clases en la Universidad de San Martín, en Proyecto Imaginario y en ARGRA Escuela, y ha dirigido talleres en Anfibia, publicación de la que fue director de arte. En 2006 recibió el Gran Premio del Salón Nacional de Fotografía. Algunas de sus obras forman parte de colecciones públicas y privadas en distintos países. En 2017 se publicó en Francia el libro Malgré tout, l’Argentina, con sus fotografías y textos de Nicolas Azalbert. Estudió Literatura en la Universidad de Buenos Aires y comenzó sus estudios de Fotografía en Madrid, ciudad en la que residió a principios de los años 90. Desde entonces, su formación se ha centrado en la fotografía y el arte. En 2021 obtuvo el Diploma en Artes del Libro
en la Universidad Nacional de las Artes. Vive y trabaja en Buenos Aires.

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