Desfragmentos de un discurso amoroso

ARCHIVOS REMIXADOS: Compartimos una reversión de imágenes del Archivo de la Memoria Trans

Las fotos viajan, se regalan, se comparten, se intercambian… transas que dejan su estela en el repertorio visual de las personas.

Hay una memoria guardada en cajones, bibliotecas, cajas, álbumes, portarretratos, billeteras… las fotos de nuestros seres queridos construyen nuestra historia personal, como archivo materia que luego permanece en el futuro. Si pensamos en esas imágenes y la proyectamos al conjunto de fotografías colectivas -de toda familia- nos encontramos con un repertorio visual que contiene las mil y una historias de nuestra comunidad en imágenes. El archivo colectivo construye relato de cara al futuro, y es por eso que el travajo en los archivos es fundamental para la preservación y visibilización de ese gran repertorio visual que es patrimonio de la comunidad.

El travajo en el Archivo de la Memoria Trans no solo es la conservación y la difusión de la historia trans en el país, sino también la búsqueda de personas desaparecidas.

Es un ejemplo de autogestión, profesionalización de trabajo de archivos como repertorios de memoria colectiva y espacios de terapia a través de intercambios relacionales, por medio de imágenes y palabras.

«Cada chica que se muere es una biblioteca que se quema»

«Esta se fue, a esta la mataron, esta murió» es un título más que sugerente al respecto de la suerte que corre esta comunidad en nuestro tejido social. Con una expectativa de vida de 35 años, recién hace 5 años que alcanzaron su democracia.

> Sábado 02/12/17  inaugura la Muestra del Archivo de la Memoria Trans en el Museo de la Memoria Haroldo Conti. Se puede visitar hasta marzo 2018.
toda la info en este link

Elegimos reversionar las imágenes del archivo trans trayendo al frente los mensajes de amor que están en el dorso: las dedicatorias que aparecen en las fotos, copias & manuscritos

 

Tesoros del Archivo Trans que compartimos para todas y todos, historias de afectos y vínculos que circulan en el inverso de las imágenes.

 

Relatos que se tejen en el reverso de las imágenes. Textos subpersticios de las fotografías y su uso como mensaje y prueba de vida.

 

 

Son en lado B. Se ubican en el margen de la foto.

«Quizás America Latina travestida de traspasos, reconquistas y parches culturales -que por superposición de injertos sepulta la luna morena de su identidad- aflore en un mariconaje guerrero que se enmascara en la cosmética tribal de su periferia. Una militancia corpórea que enfatiza desde el borde de la voz un discurso propio y fragmentado, cuyo nivel más desprotegido por su falta de retórica y horfandad política sea el travestismo homosexual que se acumula lumpen en los pliegues más oscuros de las capitales latinoamericanas».

Pedro Lembel, Loco Afán

fotos & manuscritos > Archivo de la Memoria Trans

intervención de imágenes & texto > Guadalupe Arriegue

Esta se fue, a esta la mataron, esta murió

Fotografías del Archivo de la Memoria Trans
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En el marco de los Encuentros de Diversidad y Género Cuerpos Políticos

Inauguración y recorrido con integrantes del Archivo:

Sábado 2 de diciembre / 19 HS

La muestra podrá visitarse hasta marzo de 2018

Más información

Integrantes: María Belén Correa, Carlos Ibarra, Ivana Bordei, Carla Pericles, Cecilia Estalles, Florencia Aletta, Catalina Bartolome, Magalí Muñiz, Cecilia Saurí y Carolina Figueredo

ARCHIVO DE LA MEMORIA TRANS

El Archivo de la Memoria Trans es un espacio virtual donde se comparten anécdotas, fotos, testimonios, cartas y crónicas policiales de la comunidad travesti, transgénero y transexual. Una colección que se considera un tesoro, ya que por mucho tiempo en Argentina hubo vidas borradas, fotografías que las familias prefirieron ocultar, y leyes y edictos que penalizaron y persiguieron sistemáticamente a las identidades trans.

Estos documentos, hoy preservados, sobrevivieron a la dictadura y a la represión policial en democracia.

Con la ayuda de la fotógrafa Cecilia Estalles, comienza un trabajo de recopilación y digitalización de esta documentación, para su visibilización conservación y protección.

Al día de hoy, el Archivo contiene más de 5000 piezas y su acervo se va incrementando día a día. Montones de bolsas y cajas con fotografías, cartas y postales de viajes atesorados por sus dueñas van llegando a nuestras manos. Ellas no sólo conservaron sus recuerdos, sino que muchas veces han quedado al cuidado de los recuerdos de las que ya no están.

Historia, memoria y silencios

PROGRAMA TURMA

Reseña del fotolibro Historia, memoria y silencios de Lorena Guillén Vaschetti por Sebastián Van Den Dooren

¿Para qué sirven las fotografías? En la foto se te ve llena de vigor, con mejillas redondas y ojos despejados, estás tal como tanto tu madre como yo queremos que estés, pero en realidad te quedas hasta tarde despierta en la cama, y lloras.
F. Kafka, Carta Felice Bauer, 27, I, 1913

¿Cómo funciona la memoria que uno tiene de su grupo familiar? ¿Cómo juega con la historia que nos contaron desde la infancia y que solidificaron nuestro presente? ¿Qué sucede cuando los silencios que giran en torno a esa historia, emergen a la superficie y les damos luz?
Historia, memoria, silencios, las tres palabras que sintetizan la reflexión de Lorena Guillén Vaschetti (Rosario, 1974) en su obra homónima, sobre fotografías familiares que, además de suyas, podrían haber sido las de cualquier otro. “Las fotos van más allá de mi historia personal, pueden pertenecer a cualquier otra historia”, dice la artista.

La obra, que se mostró en varias ciudades del mundo incluyendo Buenos Aires y que culminó en la publicación de un libro editado en Holanda e Italia, tiene una particularidad especial. La autora la creó a partir de los restos de un archivo familiar perdido, arrojado al olvido. Su madre tiró todas las fotografías familiares a la basura, supuestamente para quitarle a su hija el peso de heredar un archivo que ocuparía un lugar considerable en su futuro. Además, le dijo que “todo eso ya pasó, ya están todos muertos, ¿para qué conservarlas?”. Sin embargo, Lorena pudo rescatar una caja que había quedado en un rincón de la casa de su madre. Se encontró con diapositivas sueltas, paquetes de diapositivas agrupadas con una banda elástica, tubos metálicos con negativos imposibles de abrir, y pequeños trozos de papel que describían, con una o dos palabras, un viaje (“Dolomitas”) del cual no quedaba más que ese papelito que había envuelto diapositivas hoy desaparecidas. El libro tiene dos partes: una primera, que contiene las diapositivas que la autora refotografió sobre una mesa de luz y, una segunda, con otras diapositivas y objetos hallados en la caja que decidió dejar tal como los encontró, “Sin Abrir”, como el registro de una arqueóloga.

Sin este peligro de perder todo el archivo familiar, la artista no hubiera realizado el trabajo. Pero tampoco tuvo la intención de restaurar una memoria familiar a partir de migajas. Este mínimo material conservado en la caja –las fotos recorren un lapso de algunos años, entre fines de los 60 y mediados de los 70– le fue suficiente para revisar el pasado de su familia y para explorarse a sí misma. “¿Cuánto más podrían decirme las demás fotos perdidas? ¿Cuánto más podría saber acerca de mi familia?”, se pregunta.

Las imágenes familiares tienen un poder insospechado. Cuando Lorena comenzó a ver las diapositivas, descubrió aspectos de un pasado que la historia no le había contado. Su memoria tenía recuerdos oscuros que la familia arrastraba desde unos años antes de su nacimiento. Las fotos eran de un período inmediatamente posterior a un hecho trágico que había golpeado a la familia. Para su sorpresa, los personajes –abuelos, tíos, su madre– aparecían en circunstancias parecidas a las de cualquier familia: vacaciones, caras que revelaban una aparente alegría, personajes corriendo en la playa mar adentro, sonrientes. Sonreían. ¿Esto significaba que habían superado rápidamente el dolor? No. Las fotos mostraban a personas que intentaban sobrellevar una vida quebrada. Después de todo, “¿sonreían porque la estaban pasando bien y eran felices, o simplemente hacían un gesto a la cámara para mostrarse con una relativa alegría a las futuras generaciones?”.

A la hora de fotografiar las diapositivas, en la primera parte del libro, la artista decidió focalizarse intuitivamente en un detalle de cada imagen y dejar el resto fuera de foco. Fotografió, cuenta ella, como el recuerdo, sin poner la atención en todas las cosas sino posándola en ciertos objetos o ciertos lugares, tal como hace la memoria. Las caras aparecen con un ligero desenfoque, lo que remite de alguna manera al trabajo de Christian Boltanski sobre los álbumes familiares que adquirió en distintos mercados. Este detalle, en apariencia tan simple, le quita la identidad a las personas fotografiadas pero, a la vez, las multiplica: esas caras inidentificables ya no son de la familia de Lorena sino de todas las familias. El libro provoca un íntimo recuerdo en el espectador. En esas fotos luminosas, éste último reconoce el brillo de su propio pasado. Es aquí donde la obra de arte cumple su misión fundamental: generar un movimiento en quien la mira, similar al que experimentó la artista al momento de la creación, aunque en una diferente dimensión. En este caso, la obra produce conexiones internas, temblores en la memoria: anécdotas, acontecimientos y personas acuden al presente como si el espectador estuviera mordiendo la magdalena proustiana.

El libro en su totalidad tiene “un desarrollo progresivo hacia una conciencia de lo efímero que resulta la acumulación de los documentos fotográficos (hoy más que nunca)”. Las imágenes van desde la luz, la juventud, los viajes, escenas de aparente alegría, a la vejez, a la soledad, al estar adentro, a escenas de interiores donde los personajes aparecen solos. Y finaliza con los paquetes cerrados de diapositivas, los tubos metálicos contenedores de negativos y con los pedacitos sueltos de papel, «presentes como metáforas de aquello que uno no puede ni podrá saber del pasado, esos silencios que permiten dudar sobre lo que creemos que ocurrió y, como resultado, permiten re-escribir un presente distinto de nuestra identidad», tal como dice la autora.

Es un libro paradójico en estos tiempos donde casi todos los actos y experiencias de la vida cotidiana se fotografían y se «comparten» con una ansiedad evanescente.

Las pocas diapositivas que encontró Lorena, de las cuales seleccionó otras pocas para la edición final, construyen –reescriben– una historia sólida. Su obra demuestra que la memoria no se forma únicamente de imágenes fotográficas. Éstas no contribuyen por sí solas a repensar nuestro presente. Es necesario, por sobre todas las cosas, que las recubramos de una reflexión que vaya más allá de lo fotográfico, lo que exige una conexión más íntima con los silencios de nuestro pasado.

Referencias
Kafka, Franz, Cartas a Felice. Correspondencia de la época de noviazgo (1912-1917), Nórdica libros, Salamanca, 2013.
Resuche, Romina, “Lo que ya es pasado”, Radar-Pagina/12, 7 de julio de 2013. Entrevista con Osvaldo Quiroga, en el programa televisivo “Otra trama”, emitido el 7 de octubre de 2012.
Entrevista con María José D’Amico, en “Escribir con luz. Un programa sobre la fotografía”
Entrevista personal con Lorena Guillén Vaschetti, 23 de junio de 2016

Texto&Fotos= Sebastián Van Den Dooren

Revisión= Juan Peraza Guerrero

Este texto fue producido en el marco del PROGRAMA TURMA, para el Desarrollo de Proyectos Fotográficos que dura dos años y es coordinado por Julieta Escardó de la mano de un grupo de artistas visuales, músicos y escritores, que realizan tutorías y workshops especializados.