Insistir en el papel: 7 – Flavia Garione

Para el club de lectores por

 ¿Se puede vivir dentro de la poesía?

Insistir en el papel es un conjunto de textos entre la oralidad y la escritura, donde nos preguntamos por qué insistimos en el papel como medio o material de producción. Luego empezamos a pensar en una cuestión más teatral, en el mundo, y los roles que habitamos: ¿en cuáles o qué papeles vivimos? ¿cuáles son los papeles en los que insistimos? ¿qué papeles nos tocan y cuáles sostenemos?
Estas preguntas surgen de conversaciones entre quienes hacemos proyectos colectivos en relación a libros y fotos. Pareciera que lo fundamental es reunirse y hacer haciendo. En estas conversaciones sobre por qué libros, ser editores, ahora nos preguntamos para qué hacemos festivales, colectivos y encuentros de manera autogestiva o independiente. Desde la biblioteca, hoy nos surge/ruge, sobre todo, la pregunta por el cómo y el porqué hacemos lo que hacemos.
Algunas de esas preguntas guiaron las siguientes conversaciones, y nos sentamos a charlar con editores, gestores, poetas, fotógrafxs, investigadores y librerxs para preguntarles por qué / cómo / dónde insistir en el papel.

 

Por TURMA* – club de lectores Turma

Me interesa que nos cuentes de cómo nace el festival, ¿es un poco a la intemperie de la Universidad Pública?

 

Sí, yo creo que es porque el objeto, en principio, está afuera. Y salir a buscarlo no es simplemente escribir sobre eso, sino experimentarlo, vivirlo aunque el interés y la escritura de poesía viene primero en general. Con el cuerpo, la escucha, el oído. Creo que por eso mucha gente que investiga poesía necesita estar haciendo otra cosa al mismo tiempo de investigar, porque si no estás medio en banda. Los orígenes del festival de poesía, de acá son más o menos así: Ana (Porrúa, mi directora de tesis, también profesora de Taller de Oralidad y Escritura de la UNMP) empezó a hacer un encuentro, alrededor del 2006 con poetas de todos lados, vino Arturo Carrera, Fabián Casas, Marina Mariash entre muchxs otros, con el ímpetu del festival, aunque todavía no se llamaba así y leyeron -esto me lo contaron- en la facultad y en un café que se llama El Ciudadano. Y después, en el 2007 agarró este guante Matías (Moscardi) que trabajaba también en el taller y con Gastón Franchini empezó a hacer el Festival de Poesía, de Acá. Yo me incorporé en 2011. Con el objetivo de escuchar a los poetas que se estaban leyendo, escuchar esas voces, poner a circular materiales. Ese festival es el que estoy organizando actualmente con otro grupo de amigas: Mariana Garrido, Luciana Caamaño y Rocío Fernández. Y el festival ya va casi veinte años. Arranca, entonces, con un propósito bien simple, con las ganas de juntar gente e invitarla para que venga a leer.  Pero es justamente eso lo que fue cambiando a lo largo del tiempo. Tal vez esos primeros festivales tenían un poco más que ver con un congreso de literatura medio informal. Y el primer Festival al que fui, en el que todavía no era organizadora, fue en 2008. Empecé la Facultad de Letras  y me enteré de que había un festival de poesía y quise ir. Y después en 2011 Matías me invita a organizarlo con otro grupo. Y en esa época ya estaba Luciana (Caamaño)…

¿Surge de algún grupo o materia en particular?

 

Era a partir del grupo del Taller de oralidad y escritura, en la materia en la que trabajaban Ana, Matías y  (María delia) Díaz Rönner que era una profe que había vivido el mayo francés y había cursado con Barthes. Medio un mito. Muy capa, que empezó con la idea de los talleres de escritura más experimental, imagino que había tomado conocimiento del OULIPO. Y Ana trabajaba con ella. Y en el 2012 yo empecé a trabajar ahí en esa misma materia, entonces fue todo muy al mismo tiempo. Empecé a trabajar en el taller, como adscripta, después empecé con el mundo becas pero muy naturalmente, sin pensar demasiado en nada, digamos. Medio que me tomó. Sobre todo por querer formarme con alguien que investigaba poesía argentina, porque yo estaba segura de que la poesía era lo que más me interesaba, era lo mío y quería seguir ese camino.

Y en este adentro y afuera de la Universidad, la gestión y la investigación…

 

Creo que el perfil de un profesor que investiga, pero también organiza movidas de poesía y también escribe, digamos, un profesor que es escritor y que le interesa la literatura como fenómeno colectivo, es el perfil que más me interesaba. Veía a otros profes de la Universidad y me parecían un embole, que estaban afuera del objeto, como si al cerrar la puerta del aula se terminara la literatura. Entiendo que si investigás Siglo de Oro… bueno, seguro que hay alguna manera de meterte en el Siglo de Oro, ¿no? Ojo, yo no pienso que estudiar algo contemporáneo sea mejor, para mí es lo mismo. Quizás hay que hacerse la pregunta de cómo volver contemporáneo el Siglo de Oro, no sé. Hay un trapero español que se llama Quevedo, por ejemplo. En algún punto digo que hay más gente interesada en hacer una historia de la literatura y otra más interesada en leer lo que está pasando, leer el presente. Interactuar con eso de algún modo, para pensar dónde estamos parados.

¿Y no es algo de crearlo también?

 

Y sí, es algo que hay que construir en la práctica, por eso la práctica es todo. Ahí unx verdaderamente aprende cosas, es como un espacio de conocimiento, un festival, un poeta que está leyendo con una voz muy particular un poema, un acento, una marca, un modo de escuchar, un modo de construir las escenas. Fuera de eso, pensar poesía es estar adentro de una lata.

Claro, como poner en práctica algo que se hacía más puertas adentro, gestionar en el pasillo y después en el bar hacerlo en conjunto.

 

Sí, creo que leer la poesía de los ’90 fue entender que la poesía era otra cosa. No era lo que pensaba en la secundaria. Se abrió un mundo porque la poesía podía entrar en un montón de dispositivos, de atravesar disciplinas, cosas… Una tiene la idea de cositas separadas en la cabeza. Los géneros. Esto acá, esto allá. Y de repente me parecía una cosa increíble, que la poesía atravesara el arte contemporáneo también. Eran todas las cosas que me interesaban, y la poesía las reunía todas siendo además algo muy accesible a todo el mundo, implicando materiales mínimos. A veces pienso que ciertos artistas necesitan plata y mucha para producir ciertas obras y digo qué suerte ser poeta, necesitás re poco. Es muy minimalista el trabajo y al poder autoeditarte o que un amigo que saque un fanzine es todo más fácil y barato.

 

Es que los festivales son algo increíble. Ya es como que ni tienen que ver con unx. Se arma algo con la gente que viene muy particular. Unx reúne cosas pero en algún punto no sabés que va a pasar después ahí. Es una especie de caja de sorpresas. Y con el festival generé muchos vínculos. Otra cosa que pienso es que los festivales generan festivales. Entonces la gente que pasa por festivales después quiere generar el suyo. En Lobos se puede hacer un festival también. En Zárate se puede hacer un festival también. No digo que lo hagan porque existe el de Mar del Plata, lo que digo es que hay algo que se imanta. Una especie de deseo que se abre hacia los demás. Ah mirá esto está re bueno y se puede hacer. Es una cosa que se va dispersando. También existen y dejan de existir. Había uno en Sierra Ventana que organizaba Roberta Iannamico que se hizo unos años… Va mutando. El de Mar del Plata todos los años amenazo que no lo voy a hacer más. Y después siempre se hace…

No es lo mismo gestionar en el 2005, en el 2011 y en el 2025…

 

Y el año pasado la tuvimos muy jodida. En un momento el Festival se organizaba sin plata y quienes podían, se pagaban el pasaje y venían. Y después nos dimos cuenta de que eso era muy limitante porque los que podían pagarse el pasaje en general eran de Capital. Y alguien del Chaco no podía venir, era carísimo. Entonces entendimos que no podíamos tener una idea federal. Igual siempre hay más poetas de Rosario, Buenos Aires, de los centros más urbanos, pero queríamos que venga alguien de Corrientes, de Jujuy. Ahí empezamos a buscar financiamiento con la salida del macrismo… Yo ahí descubrí cómo empezar a buscar financiamiento sin ser una asociación. El Ministerio de Cultura que en ese momento existía empezó a dar plata y pudimos participar con una asociación civil y conseguimos algo. No mucha, siempre es poca, pero con eso pagamos lo trenes y algunos pasajes de avión.

¿Alguien ya sabía de gestión o aprendían en la marcha?

 

Sabíamos de la gestión sin plata. Entonces cuando hubo, ya sabíamos cómo organizarnos y ese dinero sumaba. Fuimos aprendiendo en el camino. Los proyectos ya tenían la pata de saber cómo escribirlos por la experiencia académica. Como todas éramos de Letras sabíamos cómo hacerlo.

¿Todas de Letras?

 

Ahora está Mariana Garrido que también es poeta, pero es artista. Empezó con nosotras porque arma unos happenings. Armaba sus propias lecturas y en un momento dijimos “llamemos a Mariana” y fue buenísimo. Era la pata que necesitábamos para balancear con algo más de arte contemporáneo. Luciana tuvo dos años un centro de arte, y cuando se mudó a Mundo Dios se hizo amiga de un montón de artistas. Y por ósmosis todxs nos fuimos haciendo amigxs y esa gente empezó a participar del Festival. Entonces empezamos a convivir, y ahora somos un grupo de amigxs que está conectado por la ciudad, las muestras, la fiesta, el afecto y el interés mutuo en relación a lo que trabajamos.

Los vínculos, construyendo esos públicos, y esas disciplinas-objetos

 

Sí, hay gente más del mundo del sonido, está Mariana Pellejero, también Juan Souto… toda gente que hace obra. Y que fue participando a lo largo de los años y siempre está presente.

¿Qué pensás de la división arte/literatura?

 

Nosotrxs tenemos más presencia, en los festivales, de las artes visuales, también de música de la ciudad, que de la gente de letras. Ahora los últimos años más estudiantes de letras están viniendo al festival y eso es hermoso. Después colegas, amigxs de la Universidad vienen bastante, pero otrxs no. Yo creo que hay un poco de resistencia, a la gente le da vergüenza la poesía o muchos deben pensar que la poesía contemporánea es facilonga y mala. Yo creo que se pierden cosas increíbles, incluso se pierden experimentar pasar incomodidad y vergüenza que es un gran sentimiento que creo que te llena de preguntas también, es muy válido vivirlo. Que algo te dé bronca o vergüenza me parece interesante también.

La poesía siempre transita por un camino del medio…

 

Puede ser que lo que hacemos no les sea interesante a muchxs, pero perderse de eso no está tan bueno si estudiás literatura. Después, amigxs que trabajan en Puán me dicen que les pasa lo mismo. Tal vez es algo intrínseco de ese espacio universitario. La Facultad es una cosa muy heterogénea que condensa intereses distintos. Hay gente que le interesa el griego y el latín, y tal vez tampoco se les pueda insistir que vengan al festival. Yo tampoco voy a sus cosas de congreso de literatura latina la verdad. No se puede ir a todo o estar interesado en todo. Y tal vez algo ahí te divide… 

¿Tal vez las instituciones siempre van atrasadas de un momento? Pienso esta cuestión de vivir en la poesía, lo que nombrabas de la etimología de la palabra “festival” como algo medieval y religioso. Esa liturgia que se arma, que tiene que ver con convocar a ciertos actores para generar una atmósfera que hace un algo.

 

Lo vivimos como una necesidad física. Que venga el festival. Nos ordena el año. Es el ritual estival que organiza el festival y se hace. Por eso también creo que no se ha dejado de hacer nunca, solo en el 2020 que pensamos “no, virtual qué embole”. Ni lo pensamos, fue no. El festival tiene que ver con el cuerpo que está ahí, el oído, la presencia, la birra, el calor, estar todxs apretadxs. Eso es el festival. Lo virtual nos parecía rarísimo. Quizás hay gente que hace cosas interesantes, no es nuestro caso.

¿Y siempre en la misma época del año?

 

Va cambiando. Al principio cerca del festival de cine… y como traía gente entonces aprovechamos, como Diego Trerotola, Mercedes Halfon… entonces aprovechábamos y trabajábamos con los recursos del otro festival y también su público. En 2021, que lentamente salíamos de la pandemia, nuestro festival se llenó de gente del festival de cine que se había enterado y vino. Después empezaron a fluctuar y como necesitábamos un finde largo para la gente que vuelve a sus casas en bondi, lo pasamos a carnaval. Y en el último año no nos coincidió con el carnaval, pero fue en febrero. Festival estival. Pero otros años se hizo en invierno, otros en primavera… Cuando empezamos a descubrir que la gente quiere venir a la playa. Hay gente que conoció el mar con el festival.

¿Y cómo deciden a quién invitar?

 

Muchas cenas. Después de laburar, nos juntamos en alguna casa. Tomamos algo, hacemos una comida rica y nos ponemos a charlar: qué estuviste viendo, qué estuviste leyendo. Discusiones: este poeta no me gusta, a mí sí. Nos ponemos de acuerdo… “Ché, tal sacó un libro” “Conocí esto” “Che, fui a una lectura de esta persona que no la conoce nadie pero la rompió”… Y ahí anotamos nombres y hacemos muchas listas. Después, cuando miramos: “no, son todos de Capital”. Y empezamos a tachar… (risas) También pasa “vive en Capital, pero es de Neuquén”… y ahí negociamos, nos ponemos de acuerdo. No pensamos en cupos pero siempre queremos que haya alguien que haga algo más perfo, alguien trans, que haya mujeres…  De hecho, viene siendo muy diverso y nos viene pasando que vienen pocos hombres, hay varones, pero no vienen muchos.

Es la poesía, no soy yo

 

El festival está muy lesbiano. Es genial. Cada quien trae su propio corte de escucha, de lectura. También nos leemos en otros textos. Siempre es interesante ver lo que investiga lx otrx. Lu trae algo más queer, de arte lesbiano, Ro labura la poesía modernista de un cubano… se juntan cosas, escuchando, viendo lo que hacen los demás. Mariana es increíble porque se la pasa yendo a todas las lecturas en todos lados, en los barrios. Ella va desprejuiciada a cualquier lectura y trae mucho a lxs poetas de la ciudad. Va a zona sur a escuchar poetas de Miramar… trae eso. Yo, la pata más musical… nos complementamos mucho en ese sentido, somos un buen grupo. Lo que pasa es que está hostil la cosa, se puso hostil con Milei. Está difícil el tema subsidios. Y también la cuestión más humana… por ejemplo en la última edición cayó la policía. Nunca nos había pasado. Hay mucha crispación, la gente no se banca una y nos mandaron a la policía y se puso la cosa muy violenta. Se puso difícil.

¿No les interesa hacerlo en un museo o institución que albergue el evento?

 

El festival depende mucho de la informalidad, de que la gente se pueda sentar en el piso, pueda comprar una birra… No es en una butaca o escenario. Tal vez podría ser, hicimos alguna cosa en el teatro, pero inmediatamente pasaba algo en otro lado. Y las instituciones tienen sus reglas, códigos, que yo entiendo. Y también a quién le va el rédito político si hacemos el festival acá… Nos hemos curtido mucho trabajando con funcionarios. Son medio animales políticos que lo que quieren es un rédito y prometen mucho y después se borran. Mucha pérdida de tiempo, reuniones, muchas personas… No digo que no exista algún lugar copado, pero no nos fue bien con la experiencia que tuvimos. Y siento que hay mucho extractivismo. Quieren programación cultural a costa de tu trabajo. Y claro, yo trabajo, pero no trabajo gratis para vos, trabajo para mis amigxs, o por amor al arte en todo caso. Nunca cobramos, nunca nos alcanza para la producción del festival. Cuando nos quedó algo de plata organizamos una cena, invitamos a alguien que colaboró. A veces hay que pagar un alquiler… pero nunca nos pagamos a nosotrxs. También pienso que tengo la suerte de tener una beca de Conicet que tiene que ver con mi investigación y que esa es mi paga para todas las cosas que hago.

Vuelve la academia… ese entre del trabajo

 

La discusión es, si vos sos escritora, ¿quién te paga para escribir? En Argentina en el siglo xxi quién te paga para escribir. Es la pregunta. Y ahí viene la discusión. La gente que no está en Conicet te discute, que te impone reglas, que te pone el sistema APA… está bien. Me pregunto: ¿cómo escribo entonces? Quiénes y cómo construimos conocimiento. La pregunta para mí de este siglo es cómo hacemos uso del tiempo. Conicet ya no, pero en algún momento te pagaba para escribir sobre tu investigación. Te tenés que aggiornar a un sistema de acreditación, que es muy limitante en muchos aspectos, pero no tengo otra opción. No tengo un tipo que me dice “te pago por escribir”.

Y además el Conicet está bancando tu formación…

 

En algún punto sí.  Ese lugar tiene que existir,  un Estado debe financiar la construcción del conocimiento en todas las disciplinas, si no tenes solo gente suelta que hace sus revistas que está bueno pero quién aglomera todo eso, quién lo documenta, difunde y lo enseña en sus clases. No me banco el discurso anti universidad y anti conicet, después tenes que dar una clase x y vas a ver tal tesis o tal cosa. Un montón de trabajo que hizo alguien porque le pagaron para que tuviera el tiempo justamente. Hay una necesidad vital de que exista lo que hacemos.

Como Alicia en el País de las Maravillas…

 

Sí. Algo así. Es medio lo que te extrae el sistema, lo que vos das, las concesiones y ajustes que se dan ahí… y pasa en todo lo que hacés.

Por ejemplo el festival…

 

Yo quiero que el festival se salga de esa lógica. Siempre los subsidios fueron eso que alcanza para poquito, pagar un pasaje y chau. Pero se fue complicando también. El año pasado, si bien fue increíble, esto del vecino que apareció brotado fue muy incómodo. Muy violento, mal de salud mental. Fue muy desagradable y quedé mal. Fue mucho gasto energético para todas. Viste cómo dicen, “el que se quema con leche…”. Lo que me doy cuenta es de que la sociedad está en un estado muy crispado, hay mucho lesbodio, transfobia… y el festival junta mucho esas personas. Hubo peligro, creo que todas quedamos asustadas. Y nos preguntamos, qué lugares están habilitados, que sean amigables, que se pueda hacer un festival… hay que averiguar bien. No lo tengo tan claro. No es tan fácil. Esa es la sensación. Y el resto energético, cuando todxs estamos viendo cómo vivimos. “Yo me quedo sin beca”, “Yo me quedo sin casa”… Y en ese bardo, cada vez se hace más difícil organizar un festival de las características del nuestro. Donde las personas vienen, paran en nuestras casas, hay una cosa ahí de residencia también. Esto lo digo ahora, faltan meses… hay que ver qué pasa. Por ahí lo hacemos. Pero me parece importante y sintomático: pasa esto violento por primera vez en el festival, pasa con Milei de presidente, no me parece casual…Después de episodios de lesbicidios, me parece muy sintomático.

Ese discurso que está en el aire, en la voz oficial, se materializa. Y cae sobre los espacios más a la intemperie…

 

Claro, quizás esa gente en un museo no se mete a bardear, pero en un lugar como el nuestro, sí. Viéndolo a la distancia creo que corrimos riesgos. Cuando la locura pasa a la violencia es jodido. También me parece que no hay que bajar los brazos. Yo creo que el festival se tiene que seguir haciendo. Pero después de lo que vivimos, quizás tenga que pasar un tiempo prudencial hasta que tengamos la energía. Y también una se va haciendo grande… Empecé a organizar este festival con veintiún años. Y este año cumplí treinta y cinco. No es que tengas que tener una edad… siempre tuvo algo de juventud nuestro festival que se va transformando, por razones obvias. Pero hay un cansancio. Y me pregunto: ¿no querré hacer otras cosas? En el último año armé una banda con unas amigas que se llama Pringosa, que hacemos una especie de banda de festival de poesía border. Y en ese camino me gustaría seguir explorando. Hicimos nuestras primeras canciones, tocamos, nos fue re bien… no sé. Ahora nos volvemos a encontrar. Y quizás tenga más ganas de hacer eso ahora.

Quizás no sean cosas que se pisen y sea cuestión de reencontrar el lugar, pensar los roles…

 

Claro, por ahí correrme y que otrxs agarren la movida. En Mar del Plata hay un montón de gente haciendo cosas con poesía. Hay una galería que se llama Qué Bonita, hacen talleres de poesía… y como toda generación que es diferente a la tuya, tienen otra onda. Claro, son distintas, leen la poesía de otro modo, tienen otro corte, leen otra escritura, pero están re activas.

¿Para vos hay un boom de la poesía ahora?

 

Yo creo que siempre hay una necesidad de poesía. Hay un montón de cosas. También hay una chica que se llama Cami Urresti que organiza talleres y hacen unos libros… veo que hay muchas cosas, que van cambiando de formas, y también van cambiando las personas. No es lo mismo todo el ambiente de la poesía en Mar del Plata en el 2009 que la que está ahora. Cambió mucho todo. Pero siempre hay cosas y gente interesada en eso.

¿Y en esto de los libros e impresiones?

 

También hay varias editoriales que hacen libros, hay una editorial que se llama Cepes que hacen unos libros. Después las chicas de Qué Bonita hacen fanzines. Cami traduce poesía norteamericana… Carlos Fratini y Facu Gimenez también hacen mil cosas, me parece re interesante la cuestión editorial y sobre todo en esta época, que nadie tiene un mango, que haya ediciones más económicas, fanzines o plaquetitas circulando materiales, me parece que está bueno.

A partir del libro de historia del fanzine que organizó Tren en Movimiento con otras editoriales, nos preguntamos cómo contar la parte del fanzine y la poesía, así como el fanzine y la fotografía. Pensamos que con internet se iba a terminar, y al final hay un revival…

 

Sí, totalmente. El mundo virtual copando la parada pero lo otro ocupando un lugar también, desacelerándose… mi codirector investiga mucho esos fanzines de los 90’s y 2000’s. Su tesis es del 2012, tal vez habría que ver cómo fue reacomodándose todo con el mundo 100% digital y loco de ahora.

Y con los cambios tecnológicos también…

 

Sí, yo lo que vengo viendo en la feria de nuestro festival es que el fanzine tiene una presencia más breve, más circunstancial. Que hay gente que flashea y hace unos fanzines. Que a veces las editoriales de poesía empiezan de modo fanzinero y después van profesionalizándose. Van adquiriendo herramientas en el camino, saben usar los softwares, flashean con las cosas gráficas. Y se van constituyendo como editorial… como pasó con Neutrinos, de Rosario. Ellxs empezaron a venir con fanzines o plaquetitas al festival y ahora hacen unos libros increíbles, son dos editores, poetas que aprendieron en el camino. O Vox que empezó más como revista y ahora son unos objetos de arte contemporáneo increíbles. Y muchas otras que desaparecen… Siempre digo que fracasé en el mundo editorial. Con una amiga tuvimos dos años una editorial de fanzines y plaquetitas y, cuando tuvimos que pasar a usar el Indesign, abandonamos. O empezábamos a enroscarnos o lo dejábamos. Editorial Honesta. También con Matías y Flor, otra amiga, hicimos unos cuantos libros de traducciones de poesía. Pero después cuando empezamos a dejar en librerías y a consignación, se nos hizo un lío tremendo, y abandonamos. Para mí ese camino implica mucha disciplina y enrosque en aprender eso. O seguís ese camino, o si te colgás en buscar la plata o los libros, fuiste.

Y con los cambios tecnológicos también…

 

Sí, yo lo que vengo viendo en la feria de nuestro festival es que el fanzine tiene una presencia más breve, más circunstancial. Que hay gente que flashea y hace unos fanzines. Que a veces las editoriales de poesía empiezan de modo fanzinero y después van profesionalizándose. Van adquiriendo herramientas en el camino, saben usar los softwares, flashean con las cosas gráficas. Y se van constituyendo como editorial… como pasó con Neutrinos, de Rosario. Ellxs empezaron a venir con fanzines o plaquetitas al festival y ahora hacen unos libros increíbles, son dos editores, poetas que aprendieron en el camino. O Vox que empezó más como revista y ahora son unos objetos de arte contemporáneo increíbles. Y muchas otras que desaparecen… Siempre digo que fracasé en el mundo editorial. Con una amiga tuvimos dos años una editorial de fanzines y plaquetitas y, cuando tuvimos que pasar a usar el Indesign, abandonamos. O empezábamos a enroscarnos o lo dejábamos. Editorial Honesta. También con Matías y Flor, otra amiga, hicimos unos cuantos libros de traducciones de poesía. Pero después cuando empezamos a dejar en librerías y a consignación, se nos hizo un lío tremendo, y abandonamos. Para mí ese camino implica mucha disciplina y enrosque en aprender eso. O seguís ese camino, o si te colgás en buscar la plata o los libros, fuiste.

Creo que el punto de vista de la gestión, de organizar un festival, es un gran lugar para ver esa escena cómo va mutando…

 

Sí, el festival es un gran dispositivo para mirar todo eso, totalmente. Por eso mi

tesis piensa también los festivales como dispositivos críticos que sirven para mirar un corte de lo que está sucediendo en la poesía, el sonido… ahí aparece algo, que es muy circunstancial y tiene algo de efímero, pero con el tiempo aparecen cada vez más registros. Aunque también se pierden, hay muchos… faltan recursos para la parte archivística. Van quedando cositas… pero todo lo que es la masa del festival no sucede.

Me gustó por eso el formato de la crónica, una escritura que está entremedio la reseña y la poesía

 

Varias personas hicieron crónicas del festival. Leo Estol hizo una que publicó en El Flasherito, Cami Urresti hizo de la última edición… Yo publiqué algo en Segunda Época… Van apareciendo con el tiempo crónicas y cosas más bizarras como por ejemplo un profe compañero que también da clases en secundarios, mandó a sus alumnxs a que de trabajo práctico fueran al festival. Tenían que hacer crónicas del festival que son muy buenas, porque tienen la mirada más extrañada e impune de un adolescente. Con cosas como “leyó tal y parecía una gallina lo que estaba haciendo”… esas crónicas eran muy graciosas. Gente de la secundaria que la mandan ahí y parece que es un miniBorda lo que está pasando (risas). Ha habido muchos textos… a veces se publican cosas en los diarios. Juan Gabriel Miño hizo un texto para Página12, en Página salieron varias cosas del festival. Pero somos medio cuelgue la verdad…

 La última edición del festival fue en Mar del Plata en febrero de 2025. Lo organizan Flavia Garrione, Luciana Caamaño, Mariana Garrido y Rocío Fernández.
Créditos: Romina Elvira. Imagen: Prensa
 Si te interesa leer la nota completa de esta entrevista: https://somosturma.com/category/insistir-en-el-papel

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