PIEL DE AGUA

Para el club de lectores por

Reseña de la publicación Piel de agua: de Florencia Aletta

para el club de lectores por Guadalupe Faraj

Lo primero que se ve en Piel de agua, el libro de fotografías de Florencia  Aletta, es una carta de navegación.

Una hoja desplegable con agua celeste, océano y cientos de puntitos que son el número tres, el cuatro, el dos.

Números como boyas diminutas ancladas a algún secreto sumergido.

 

El mar tiene secretos, el río tiene secretos, las familias tienen secretos.

Un amigo dice que le cuesta entender cómo funcionan las orillas y mareas distintas a la de Necochea, el lugar donde nació. Porque hay rompiente, hay resaca y fuerza, pero la orilla y las mareas no son las mismas. ¿Cómo entrar en el lenguaje acuático? ¿Cómo desplegar la carta de navegación? O, mejor dicho, ¿hacia dónde ir? 

 

Con película vencida y cámaras de bolsillo, Florencia fotografió los días compartidos con su familia, mar y río adentro. En el cielo, en la proa de un barco, en la luz naranja reflejada en un vidrio. Cuando se dice en es porque pareciera que la fotógrafa se metió dentro de la luz, dentro de las turbulencias y abismos, intentando desanudar aunque sea alguna cosa. Como la fotografía de ese niño queriendo hacer un nudo con algo que no se sabe si es una soga o una serpiente, o la primera imagen donde se ve agua, cielo, y bien al fondo, una forma que funciona de paraje para los ojos, y no se distingue si es un barco o un trozo de cartulina.

 

La marea entra en la cámara con su movimiento, su masa vertiginosa y libre. Apenas abrimos el libro, el color lavado de la imagen lo deja todo detrás de un tono desteñido, como si el agua lo hubiera inundado todo. Los edificios son moles quietas tapadas por la niebla, lilas y difusas, que esperan. En cambio, aquella nube expandida es una presencia que desconoce el lenguaje: no hay antes ni no hay después. 

 

¿Todo para hablar de la familia? ¿Qué hace Flor  en este libro donde los brazos de una estrella de mar sumergida son los dedos lánguidos de una mano? ¿Qué son esas dos flores abiertas como bocas de pescado? ¿Adónde se está yendo la florcita más alejada? 

 

Los fuera de foco sostienen el enigma. Un barco tatuado en piel humana tiene como carta de navegación el brazo de un hombre, solo un cuerpo atravesado por el tiempo. La posibilidad de conocer la vida desde ese único territorio.

El brazo del hombre como el brazo de un río. También en las fotografías está la bravía de una ola que rompe. Una cabeza sacudida por energía marítima o, mejor dicho, energía fotográfica. Florencia es perseverante. Lo ha sido en el modo sutil que muchas veces tiene el agua. Uno que deja imágenes que son preguntas. 

 

Lo último que se ve es el primer plano de una materia densa. Puede ser agua, puede ser arena, o puede ser el piso de Marte. La familia como la cosa que no será develada. Acaso un mapa vacío igual al mapa que aparece en la espalda del niño que se ha quemado la piel con el sol. Mapa-piel que no indica alturas ni profundidades sino un llamado a la exploración. 

 

Piel de agua es una experiencia que parece decirnos, “Nada desanudará el enigma. Cuanto mucho tendremos experiencias”.  A esta altura, ¿hay algo mejor? 

 

 ❤ Florencia Aletta @floralitta

✎  Gudalupe Faraj @guadalupefaraj

Este fotolibro se puede visitar en la biblioteca de TURMA: hay que agendarse en biblioteca@somosturma.com

 

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