Los Cámaras Rodantes son un grupo de ilusionistas que dan talleres gratuitos de fotografía estenopeica, cuentan con una variedad de cámaras oscuras hechas de material reciclado. Se destaca principalmente la casilla-cámara habitable. Aquí compartimos la crónica de uno de sus itinerarios de foto-prestidigitación.
Domingo, 24 de julio de 2016. 11hs.
Biblioteca del Barrio Sagrado Corazón. Lincoln. Provincia de Buenos Aires.
Vacaciones de Invierno. Vuelvo a decir … domingo once de la mañana. Un grupo de niños y niñas, sus hermanitos, algunos padres y tres jóvenes ilusionistas, los Cámaras Rodantes.
Las cámaras ruedan y las hay de todo tipo. Cajas de cartón, de lata, cuadradas, redondas, alargadas y finitas. Viajan y piden pista. Y también una casilla-cámara rodante. Nos gustan las rutas, las invitaciones, los destinos desconocidos, los caminos con corazón.
Un, dos, tres agujeritos (estenopos). Cajas y latas. Trípodes, sillas y cinta de papel. Líneas imaginarias. Dedos que cuentan segundos acompañados de elefantes. Un elefante, dos elefantes, tres elefantes, y así la luz se cuela dentro de la caja mágica. Los niños juegan a que son modelos. Posan, sonríen, se suben a los árboles, leen debajo de uno de ellos, se hamacan, comparten, ríen. Desinhibidos, nos convidan un poco de su tranquila plaza de barrio, de las historias familiares, de la escuela mientras compartimos el sol del domingo.
La biblioteca está bien calentita. Los químicos suben de temperatura, pero no importa. Los chicos leen indicaciones, miden, cuentan, aprenden a revelar una foto que viene de una caja de cartón. Todavía no nos creen nada de lo que les decimos. ¡Se apaga la luz! Uhhhh, Ohhhhh, risas nerviosas. Los más pequeños se agarran de su hermanito más grande.
Se abre una cámara y el papel en blanco no hace más que aumentar el misterio. La imagen late. Está ahí, pero necesita algo más. Y en ese instante, al sumergirse el papel fotosensible en el revelador, llega el momento más lindo de la fotografía, el flechazo, ese que te enamora para siempre. Francisco, de seis años, que todavía está muy dormido, sólo atina a decir “es como hacer magia”… Belleza y felicidad.
Juliana tiene catorce, es la más grande y rápidamente se hace cargo de las pinzas. Entre todos se lleva a cabo el proceso de revelado. Algunos agitan las cubetas, otros pasan las imágenes de una a otra batea. Todos observan cada foto que se zambulle en el revelador. Por supuesto, está el encargado de contar los segundos que las fotografías deben pasar por cada químico.
Cuando volvemos a prender las luces, los ojos se alivian y todos saltan a la cubeta donde se están lavando las imágenes, los gestos de sorpresa, los ojos grandes bien abiertos, los descubrimientos, las ganas de volver a hacer otra toma. Y entre tanto, la mirada se empieza a afinar.
Más tarde hicimos fotogramas, dibujamos con luz y así continuamos dejando huellas. Mientras las cámaras ruedan seguimos aprendiendo con cada participante en los espacios compartidos renovando el deseo de crear y crecer.
Cámaras Rodantes es un colectivo artístico, que desde el 2012 viene realizando talleres de fotografía en diferentes ámbitos socio educativos y culturales. La propuesta es presentar una técnica que nos permite ser parte de todo el proceso fotográfico, la Estenopeica. Participar de la forma más simple de captar imágenes y compartir la belleza inusual de este histórico proceso.
Finalmente, utilizando las mismas palabras de Julio Cortázar, hacemos esto porque creemos que “la fotografía es una actividad que debe enseñarse tempranamente a los niños pues exige disciplina, educación estética, buen ojo y dedos seguros.”
Escrito por: Bernardo Carbajal – www.martinbollati.com.ar