FOTOGRAFIA Y FEMINISMO 3

Para el club de lectores por

Tercera entrega de la serie MUJERES QUE SE MIRAN – AUTORRETRATOS & DECLARACIONES, que comprende un recorrido visual y textual por imágenes autorreflexivas, realizadas por mujeres.

Francesca Woodman y la puesta en escena de sí misma

En un contexto moderno, acompañando los reclamos feministas de mayor libertad y autonomía corporal que se plantean en los años ‘70 en los EEUU, desarrolla su obra Francesca Woodman en el marco de lo que Ana Maria Muñoz-Muñoz llama fotografía feminista, aquella que “se centra en la autorrepresentación de las mujeres en el mundo, la situación social que ocupan y los roles que la sociedad patriarcal ha determinado para ellas” y aparece “como principal objetivo llamar la atención sobre problemas político-sociales de otro modo silenciados” . En su autorretrato sin título de 1978, marcado como Providence-Rhode Island, toma la idea de la presentación de la mujer como pieza a ser vista, para esto se mete en el museo y dentro de la vitrina, y desde allí desafía al observador a equipararla a ella, autora y modelo de una obra fotográfica, con los objetos inanimados que la rodean, los cuales son en su mayoría cadáveres de animales embalsamados.

Existe allí una explicitación de la mirada condicionada del espectador: si se la ve como un objeto, es porque ella misma se muestra así, no solo en la pose, sino a través del encuadre y la producción de la obra. Por lo tanto, la objetivización del cuerpo de Woodman, solo se da bajo la intencionalidad de la fotógrafa de presentarlo así. Es también destacable que entre el rol de los animales y el de las mujeres en la sociedad pueda trazarse un vínculo, basado en que muchas veces sus existencias se definen desde lo exterior a sí mismos, y sus vivencias se relativizan y ocultan para facilitar el ser considerados objetos del disfrute del poder hegemónico. Woodman se posiciona frente a esta mirada junto a animales que ya han sido sacrificados para su posesión y archivo museístico.

En esta y otras tomas, la autora fragmenta la imagen del cuerpo que permite observar.

Oculta secciones, las cubre, las viste, y en este caso en particular, nos impide el acceso a su mirada, estando su rostro entortado, y sus ojos cerrados. De esta manera en la obra de Woodman encontramos una desmaterialización del cuerpo en el autorretrato, que puede trazarse en paralelo con el distanciamiento de la autora del mundo. Es pertinente citar a Sontag quien, al hablar de las fotografías de Diane Arbus, tomadas antes de su suicidio (final que comparte Woodman) dice: “el suicidio parece volver más devastadoras las fotografías, como si demostrara que para ella habían sido peligrosas.”

Woodman trabaja la elaboración de la puesta en escena. La concepción compositiva opera formando una narrativa reflexiva respecto al rol femenino sin recaer en conceptualizaciones trilladas. Es posible reconocer en su trabajo los años de estudios y visitas a museos, tanto en EEUU como en Italia, que le proporcionaron una formación visual extensiva y elaborada. El uso de película monocromática, pese a que ya estaba disponible también la película a color, es una decisión que la vincula estrictamente con las grandes figuras del mundo de la fotografía que trabajaron antes que ella. El formato medio a la hora de trabajar le otorga mayor calidad a los negativos, y a su vez la distancia de la estética casual obtenida con cámaras más livianas y portátiles, declarando así la intencionalidad de cada detalle de las tomas. Es claro al observar la obra de Woodman que, pese a su corta edad, la fotógrafa tenía ya un desarrollo estético y conceptual personal con el que formulaba sus obras, y desde el cual elegía la forma de mostrarse a sí misma como mujer, artista, y ser humano.

Texto= Mora Vitali

Mujeres que se miran: autorretratos y declaraciones

 

La aparición de la fotografía a mediados del siglo diecinueve amplía y modifica el campo del arte. Gracias a su relación directa con el sujeto representado, se instala en la conciencia colectiva como prueba de algo, evidencia gráfica y confiable. Desde este punto de vista, el autorretrato fotográfico tomado por mujeres, es un refuerzo testimonial de la propia presencia.

 

Las autoras buscan asentar la existencia femenina en material visual, ante su fragilidad social.

 

La iconografía femenina se plantea muchas veces desde la proyección de una mirada masculina, y es necesario deconstruir estos estereotipos para poder desafiarlos. Las autoras se descubren como sujetos y como modelos, abriéndose posibilidades representativas nuevas y revolucionarias.

 

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